Hija de Pietro y de Felicita Lavezzato, tenía dos hermanas (Emma y Erminia) y un hermano (Ernesto). El bisabuelo, Pietro Guglielminetti, se había mudado hacia 1858 de Cravanzana a Turín, donde instaló una pequeña industria de objetos de madera que se llamó Fratelli Guglielminetti: fue allí donde, en torno a 1860, se fabricaron cantimploras de madera para el Ejército Real.[1]
El padre de Amalia murió en 1886 y la familia se trasladó junto al abuelo Lorenzo, un viejo parsimonioso industrial, rígido clerical y severo custodio del hogar doméstico[2] que la hizo estudiar en escuelas religiosas.
A partir de 1901 empezó a publicar sus poemas en el suplemento dominical de la Gazzetta del Popolo. Parte de estos poemas se publicarán en 1903 en el libro Voci di giovinezza. Son versos escolares y, a menudo, torpes, que no tuvieron ninguna repercusión en el panorama literario turinés.
Su siguiente libro, Le vergini folli, tuvo sin embargo una buena acogida, gracias en buena parte a los elogios públicos del profesor Arturo Graf, quien había leído el libro manuscrito antes de su publicación.[3] Una vez editado, Graf escribió una nota a Amalia el 5 de mayo de 1907:
«Su inspiración está viva, pura, delicada cuanto se pueda elogiar, y el arte la secunda a maravilla. Sus figuras de muchachas y mujeres son pura gracia, y muchos sonetos tienen una factura exquisita. ¡Y todo le parece llegar tan espontáneamente!»[4]
Dino Mantovani, crítico de La Stampa, consideró la voz poética de Amalia Guglieminetti como una mezcla de Gaspara Stampa y de Safo.[5]
El poeta Guido Gozzano envió su libro Via del rifugio a Amalia, y esta le correspondió mandándole sus Vergini folli. La poeta se refería así a su obra:
«Todavía no he saboreado las exquisiteces de la poesía, sólo he rozado la esencia del alma de la poesía: un alma un poco amarga, un poco enferma.»[6]
Gozzano respondió a su carta el 5 de junio de 1907. Se refirió a la crítica de Dino Mantovani en La Stampa y le aseguraba a Amalia que sus versos eran superiores a los de Gaspara Stampa, subraya las raíces dantescas de los sonetos de Guglieminetti, valora su petrarquismo y señala el inevitable aire dannunzianesco de los versos. Gozzano escribió:
«También la señora Gasparina fue víctima de la moda de su tiempo, como nosotros lo somos del nuestro, con los aprendices de annunzianos»[7]
Comparó la lectura del libro de Guglielminetti con la visión de una cohorte de vírgenes en un jardín claustral, vírgenes que entonan cantos de martirio o de esperanza; los versos de Guglielminetti conducen al lector a través de los círculos de aquel infierno luminoso que se llama virginidad.[8]
↑GUGLIELMINETTI (2007), p. 202. Las palabras de Graf en italiano fueron: la sua ispirazione è viva, schietta, delicata quanto più si possa dire, e l'arte la seconda a meraviglia. Quelle sue figure di fanciulle e donne son cose di tutta gentilezza, e molti sonetti son di squisita fattura. E il tutto par che le venga così spontaneo!
↑GOZZANO-GUGLIELMINETTI: Lettere d'amore, pág. 27. El texto original, en italiano, dice así: [non ho] ancora assaporato le squisitezze dell'arte, solo ho sfiorato l'essenza, l'anima della sua poesia: un'anima un poco amara, un poco inferma.
↑GOZZANO-GUGLIELMINETTI: Lettere d'amore, pág. 29. El texto original, en italiano, dice así: Anche Madonna Gasparina fu vittima della maniera del suo tempo, come noi lo siamo del nostro, con gl'imparaticci d'annunziani.
↑GOZZANO-GUGLIELMINETTI: Lettere d'amore, pág. 29. El texto original, en italiano, dice así: [Il suo libro] conduce il lettore attraverso i gironi di quell'inferno luminoso che si chiama verginità.