La anastilosis (del griego ἀνά "hacia arriba" y στύλος "columna") es un término arqueológico que designa la técnica de reconstrucción de un monumento en ruinas a partir de sus elementos dispersos, que se recolocan en su posición original gracias al estudio metódico del ajuste entre las partes.[1]
La anastilosis puede ser una operación sencilla en el caso de los monumentos antiguos de gran aparejo, donde cada bloque tenía un lugar definido; sin embargo, es mucho más difícil de realizar en monumentos con piedras intercambiables como los edificios medievales. La anastilosis parcial de estos sólo es posible para las partes encontradas en conexión (generalmente en excavaciones).
Cuando faltan elementos se puede recurrir a añadidos de elementos modernos (cemento, yeso, resina, etc.), en cuyo caso es importante que los materiales nuevos sean fácilmente distinguibles, para evitar una interpretación errónea del resultado.[2]
Es necesaria la prudencia para dar solución a la anastilosis, y en todos los casos la elección de esta técnica debe estar precedida de un estudio científico colegial. Esto plantea un cierto número de cuestiones:
La Carta Internacional de Venecia de 1964, que establece los principios comunes que deben presidir la conservación y la restauración del patrimonio, detalla los criterios para la anastilosis.[3]
Primero, la condición original de la estructura debe ser confirmada científicamente.
Segundo, se debe determinar la ubicación adecuada de cada componente recuperado.
Tercero, los componentes complementarios deben limitarse a los necesarios para la estabilidad (es decir, los componentes sustitutos nunca pueden estar en la parte superior) y deben ser reconocibles como materiales de reemplazo.
Cuarto, no se permite la construcción nueva con el fin de llenar las lagunas aparentes.