Las anilidas, también llamadas fenilamidas, son un tipo de estructura química que forma la materia activa de diversos fungicidas sistémicos. Actúan penetrando en los tejidos vegetales para después ser transportados por la savia de la planta, protegiendo de este modo los diversos órganos.[1] Las anilidas tienen una acción de cobertura, penetrante y sistémica, y por ello van a asegurar la protección preventiva y curativa de la planta. No deben usarse más de tres días y el plazo de acción dura entre 10 y 14 días.[1]
Estos fungicidas están indicados en la recuperación del mildiu y en algunos viveros. Normalmente se asocian a fungicidas de contacto y a veces se deben de complementar con cimoxamilo.[1]
Algunos ejemplos de fungicidas con la estructura de las anilidas son:
Es un fungicida sistémico, cuya función es combatir diferentes enfermedades causadas por hongos, donde el agente inoculante es transmitido por la semilla. Está indicado para tratar las semillas de los cereales y para la prevención de carbones y rhizoctoniasis. En cuanto a la toxicidad, se puede dar toxicidad aguda y toxicidad crónica.[2]
En estudios experimentales con animales sobre su toxicidad los resultados en cuanto a la dosis letal 50 (DL50) fueron los siguientes:[2]
Según la OMS no suponen un peligro agudo.
Se puede producir toxicidad tópica. Capacidad irritativa:
Por estas dos características representa un riesgo por ser un posible contaminante de las aguas superficiales y subterráneas.
Es un fungicida heterocíclico con función sistémica. Tiene propiedades preventivas ya que protege a las plantas de las infecciones y además tiene propiedades curativas, puesto que una vez producida la infección, va reduciendo el tamaño de las lesiones y las hace desaparecer.[3]
Su mecanismo de acción consiste en inhibir la fosforilación oxidativa en la etapa de formación de ácido succínico. Más específicamente va a actuar sobre el complejo 2 de la succinil deshidrogenasa dentro del ciclo de Krebs, por lo que va a interferir en la respiración vegetal.[4]
En relación con su farmacocinética, el tiempo de vida medio de este compuesto en el aire es de 1,7 horas. En cambio en el suelo tiene un tiempo de vida media aproximadamente de 10 horas, ya que presenta una alta motilidad y solo se puede biodegradar en condiciones aeróbicas. Su actividad permanece entre 2 y 8 semanas.[3]
Esta indicado, como hemos dicho anteriormente, en procesos preventivos y curativos, como por ejemplo en el caso de las royas:[3]
Además del empleo en cultivos para el control de royas, también se usa en otras enfermedades causadas por Basidiomicetes.[3]
Es recomendable advertir que puede ser tóxico para algunas especies de plantas y también podría causar una toxicidad más leve en anfibios, peces y aves.[3][5]
En cuanto a la toxicidad, puede ser aguda y crónica.[5]
En estudios experimentales con animales sobre su toxicidad los resultados en cuanto a la dosis letal 50 (DL50) fueron los siguientes:
Según la OMS no suponen un peligro agudo.
La sintomatología que presenta va a ser debida a la toxicidad tópica. Capacidad irritativa:
Produce toxicidad por ingestión.