En la mitología griega, Clímene (en griego Κλυμένη Klyméne, «fama») era una de las ninfas oceánides, hija por tanto de Océano y Tetis.[1] El papel de esta oceánide fue variando de manos de diferentes poetas.
Clímene es descrita por primera vez en la Teogonía de Hesíodo, que la presentas como consorte del titán Jápeto y madre de cuatro célebres hijos: «Jápeto se llevó a la joven Clímene, oceánide de bellos tobillos y subió a su mismo lecho. Esta le dio un hijo, el intrépido Atlante, y parió al muy ilustre Menecio, al mañoso y astuto Prometeo y al torpe Epimeteo, que fue desde un principio siempre ruina para los hombres que se alimentan de pan».[2] Apolodoro, que sigue a Hesíodo en su texto, la denomina en cambio Asia, pero por lo demás es el mismo personaje.[3]
Otra versión dice que Clímene no era la esposa de Jápeto sino la madre de Deucalión en su unión con Prometeo.[4] También pudiera ser la misma citada como madre de Mnemósine por Zeus, aunque el autor no lo deja claro.[5]
La versión de Ovidio es la más célebre, y nos cuenta que fue la esposa de Mérope,[6] rey de Etiopía.[7] Clímene, hija de Océano,[8] fue seducida por el dios-sol Helios, que la hizo madre de Faetón y de las helíades,[9] aunque algunos autores piensan que la madre de estos era la ninfa Rode.[10] Otra versión hace de Clímene la esposa legítima de Helios, ignorando la historia de Mérope.[11]
Cuando Faetón, insultado por Épafo, le suplicó a su madre que le diera una prueba de su linaje divino, Clímene se compadeció y accedió a que conociera a su padre. Helios quiso conceder un deseo a Faetón, que pidió conducir el carro solar durante un día, pero no pudo controlar a los caballos y terminó quemando la Tierra y muriendo abrasado. Las Helíades, sus hermanas, lloraron tan fuertemente ante su sepulcro y tanto se lamentaron que los dioses las convirtieron en álamos y sus lágrimas en ámbar, que cayeron al río Erídano (Po). Su padre, Helios, estaba tan agobiado por la pena que un día entero transcurrió sin Sol, y la Tierra no se iluminaba más que por los grandes incendios que el carro había provocado.[7]
Pedro Calderón de la Barca escribió una comedia sobre este mito: Apolo y Climene, publicada en la Quarta parte de comedias del celebre poeta español don Pedro Calderon de la Barca... (Madrid: Francisco Sanz, 1688).[12]
Otra pieza de teatro de Calderón sobre el mismo tema es El Faetonte.[13]