En la geología se conoce como el clivaje de una roca a un tipo de foliación que consiste en una serie de superficies internas de planas o levemente curvas, paralelas a subparalelas entre sí.[1][2] El clivaje permite partir las rocas en lajas.[2] Generalmente el clivaje está asociado a pliegues con una orientación igual o muy parecida a la del plano axial del clivaje.[2] El clivaje no debe confundirse con las fracturas pues estas últimas conllevan siempre una pérdida de cohesión lo que no es necesariamente el caso para el clivaje.[2][3]
La pizarrosidad es un clivaje típico de las pizarras y que permite utilizar algunas de estas rocas para tejados.[4] La pizarrosidad se debe a las disposición en planos de granos inecuantes microscópicos.[4] Dado que los granos finos que componen una pizarra tienden a depositarse con orientación aleatoria la pizarrosidad es una característica posterior adquirida por la reorientación y recristalización de sus granos en un ambiente metamórfico y tectónica compresiva.[5]