San Crispín y San Crispiniano | |||
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Información personal | |||
Fallecimiento |
25 de octubre del 290 Soissons, Galia Bélgica (Imperio Romano) | ||
Información religiosa | |||
Canonización | Culto inmemorial | ||
Festividad | 25 de octubre | ||
Atributos | Palma del martirio, zapatos. | ||
Venerado en | Iglesia católica | ||
Patronazgo | Soissons (Francia), Zapateros, Talabarteros, Curtidores. | ||
reconocimientos
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Crispín y Crispiniano fueron dos mártires cristianos muertos en el siglo III. Eran hermanos, miembros de una familia noble romana. Huyendo de la persecución en Roma, fueron a Soissons, donde de día predicaban a los galos y de noche hacían zapatos para subsistir. Murieron decapitados por orden de Maximiano.[1]
Son considerados santos por la Iglesia católica y su fiesta se celebra el 25 de octubre. Son los patronos de los zapateros y peleteros.
Según la tradición, durante la Gran Persecución de Diocleciano a finales del siglo III: Recio Varo, gobernador de Soissons y vicarius de la Gallia Belgica (quien aparece también en muchas historias de martirio) los apresó, hizo azotar y clavar a postes por pies y manos; sin embargo, unos ángeles vinieron y los curaron, más tarde fueron arrojados al río, pero sobrevivieron. Finalmente fueron decapitados.
A menudo se les representa bien en su taller arreglando zapatos y algunas veces con la Virgen María, bien dándoselos a los pobres. También se les representa durante su martirio, mientras se les clavan punzones bajo las uñas o dentro de una cazuela con agua hirviendo y una espada, forma en que se les dio muerte.
En Noreña (Asturias) existe una frase que hace referencia al patronazgo de este santo:
Asturiano | Castellano | |
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San Crispín nunca estudió | San Crispín nunca estudió | |
ni tampoco fue a la escuela | ni tampoco fue a la escuela | |
toda la vida pasó | toda la vida pasó | |
sentádo en una tayuela. | sentado en una banqueta. |
Tayuela o tayuelu es el nombre con el que se conoce en Asturias a la banqueta de tres patas usada por los zapateros para realizar sus labores.
Shakespeare hace referencia a ellos en su obra Enrique V.[2]