La cureña es un tipo de afuste móvil, un carro de madera o metal para piezas de artillería, montado sobre ruedas. Los muñones del cañón se apoyaban en gualderas de madera montadas sobre este carro.
Las cureñas navales, de fortificación y algunas de las de mortero para sitios reposaban sobre cuatro ruedas macizas, y la elevación del cañón sobre su cureña se ajustaba mediante cuñas de madera que levantaban la culata cuando se las añadía (apuntando de este modo más abajo) o que la bajaban cuando se las retiraba (apuntando de este modo más arriba). Por su parte, las de piezas móviles de campaña generalmente eran de dos ruedas y requerían un tercer punto de apoyo ubicado por detrás del cuerpo del cañón; la elevación del tiro se regulaba generalmente alterando hacia arriba y hacia abajo la posición de este punto de apoyo.
En el siglo XVI, las fuerzas navales inglesas usaban cureñas de dos ruedas. A partir del siglo XVII España adoptó la cureña naval de cuatro ruedas.
Cuando el cañón estaba cargado, en batería, la cureña tocaba el interior del costado del buque y el brocal del cañón sobresalía del costado por unas aberturas llamadas troneras. Al efectuarse el disparo el cañón retrocedía pero era sujetado por un cable grueso llamado braga. Entonces mediante dos aparejos llamados palanquines (semejantes a polipastos), uno a cada lado, se le volvía a colocar en batería, recargándolo por la boca para que pudiera volver a ser disparado.[1]
Las cureñas para morteros constaban de dos guarderas de bronce con sus correspondientes muñoneras unidas entre sí por cuatro pernos de hierro que atraviesan dos entretoesas o almohadillas bastante gruesas en las que está el rebajo cóncavo para que descanse el mortero: la almohadilla de contera es más baja que la de testera y forma declive hacia fuera pues aquella necesita prolongarse algo más a fin de que el mortero se apoye también en ella y forma también un plano inclinado hacia el centro del afuste cuya figura total es la de un paralelepípedo. Las guarderas tienen en cada frente exterior de sus ángulos una especie de cascabel que sobresale lo suficiente para que los artilleros embarren el espeque y puedan mover el mortero fácilmente.
Las cureñas antiguas constaban de una pieza de madera en forma de paralelepípedo en cuyo centro había un hueco en que descansaba el mortero o pedrero. Eran lo bastante gruesas para resistir el ímpetu de la pieza: en ambos lados tenían una mortaja para recibir los muñones y las sobremuñoneras para sujetarlos. Todo él estaba guarnecido con abrazaderas de hierro y diferentes especies de pernos y pasadores que servían para fortalecerle.