Enfermedad pélvica inflamatoria | ||
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Especialidad | ginecología | |
Síntomas | Dolor en la parte inferior del abdomen, secreción vaginal , fiebre , ardor al orinar , dolor al tener relaciones sexuales , menstruación irregular | |
Complicaciones | Infertilidad, embarazo ectópico, dolor pélvico crónico , cáncer | |
Causas | Bacterias que se propagan desde la vagina y el cuello uterino | |
Factores de riesgo | Gonorrea, Clamidia | |
Tratamiento | Antibióticos | |
Sinónimos | ||
Enfermedad inflamatoria pélvica | ||
La enfermedad pélvica inflamatoria (EPI) es una enfermedad infecciosa que afecta a la parte alta del aparato reproductor femenino interno (útero, ovarios y trompas de Falopio).[1] Aparece por la ascensión de bacterias patógenas desde la vagina y el cuello uterino.[2][3]
Generalmente es producida a raíz de una enfermedad de trasmisión sexual de la vía genital baja (vagina y cérvix). La causa más frecuente es Chlamydia trachomatis y Neisseria gonorrhoeae.[3] En algunos casos de pacientes portadoras del dispositivo intrauterino (DIU) con enfermedad pélvica inflamatoria (EPI), se aísla Actynomices israelii[4] y otras enfermedades de origen bacteriano (estafilococos, estreptococos) menos comunes. La EPI también puede ser causada después de un aborto.[3]
El uso de anticonceptivos como los condones parece ser protector, ya que evitan que los gérmenes asciendan hacia la cavidad endometrial.[5]
El riesgo también aumenta con cualquier procedimiento que implique la manipulación del cérvix o el útero, como es el caso de la inserción del DIU, el legrado o la histerosalpingografía.[6]
El síntoma más frecuente es dolor abdominal bajo comúnmente bilateral asociado a leucorrea ya que suele afectar otros órganos vecinos. Otros síntomas pueden ser periodos de menstruación largos y con mucho dolor, fiebre, dolor pélvico, dolor cervical, dolor anexial, malestares generales como náuseas y/o vómitos Estos síntomas pueden ampliarse a: micción dolorosa, estreñimiento, y dolor en las relaciones sexuales, entre otros.
Se guía por clínica que es característico abdomen doloroso bajo, fiebre y leucorrea; en la exploración genital la movilización del cérvix es dolorosa. También pueden palparse masas anexiales. Se pueden realizar exámenes de sangre (recuento de glóbulos blancos), estudios microbiológicos en el exudado y también se puede recurrir a laparoscopia y ecografías. Para un mejor diagnóstico se requiere cumplir con todos los criterios mayores y al menos un criterio de los menores que consiste en lo siguiente:
El tratamiento fundamental consiste en la administración de antibióticos, así como medidas generales (reposo, analgésicos, extracción de DIU si lo hay). A veces puede ser necesaria hospitalización (para las embarazadas o las menores de 18 años).[7] La cirugía, para drenar abscesos y lavar el peritoneo afectado, también es un tratamiento para este tipo de enfermedad.
La mortalidad es excepcional con el tratamiento adecuado. No obstante, hay un riesgo de hasta un 25 % de que se desarrolle la enfermedad de nuevo más adelante. El principal problema, no obstante, son las secuelas: el embarazo ectópico y el riesgo de infertilidad aumentan de forma drástica una vez desarrollada la enfermedad, y aún más si ocurren más episodios de la enfermedad.
Manual CTO de medicina y cirugía en ginecología y obstetricia, 8.ª edición, páginas 30-32