Epifrón

En la mitología clásica Epifrón (en latín Epiphron), abstracción divina utilizada sólo por Higino, era la personificación de la «prudencia» o la «sensatez». El autor lo imagina como uno de los hijos concebidos por el Érebo y la Noche, como la mayoría de estas deidades que representaban las cualidades y defectos humanos. Nótese que Higino, aún siendo un autor latino, no intenta traducir algunas abstracciones del griego —como sucede con Némesis, Eufrósine o Epifrón—, dejando como resultado la grafía latinizada; Epiphron es la transcripción cruda de Ἐπίφρων (Epíphrōn).[1]​ Acaso Higino se basase en la Moderación (Σωφροσύνη, Sōphrosýnē), otra de las abstracciones poéticas.

La inclusión del teónimo Epifrón plantea sus dudas dentro del poema de Higino. Es por ello que hay autores que opinan que los términos «Lysimeles, Epiphron y Hedymeles», que aparecen seguidos en realidad en la obra, en realidad no deben entenderse como divinidades independientes sino como epítetos del Amor (Eros), que sería la divinidad que habría que incluir en la lista de los hijos de Érebo y la Noche.[2]​ Es por ello que esos tres adjetivos divinos se pueden encontrar traducidos como «el que afloja los miembros (lysimeles), el sensato (epiphron) y el de dulces miembros (hedymeles)».[3]

Referencias

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  1. Higino: Fábulas, prefacio.
  2. Javier del Hoyo y José M. García Ruiz (2007), Peculiaridades lingüísticas en las Fabulae de Higino, pp. 47-48, en Revista de estudios latinos nº. 7, ISSN 1578-7486.
  3. H. J. Rose, An unrecognized fragment of Hyginus Fabulae, Classical Quarterly 28 (1929), págs. 96-99.). Parece que Higino se está haciendo eco de los atributos del Eros hesiódico. Eros, «que afloja los miembros (lysimeles)» en Teog.,121. «El que domeña la sensata voluntad (epiphróna boulén)» en Teog.,122. Hedýmeles, en cambio, «el de dulces miembros», es original de Higino o lo ha tomado prestado de otro autor que ya no se recuerda. Higino ha creado por toda esa nómina de epítetos yuxtapuestos a imagen de Hesíodo, que hace ya algo parecido: «Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos».