esclavitud ritual, a veces asociada con prácticas religiosas tradicionales
esclavitud que en principio no es con fines sexuales, pero donde el sexo puede ser común o permisible
En general, la naturaleza de la esclavitud significa que el esclavo está de iure disponible para su uso sexual y las costumbres sociales y la protección legal que limitarían las acciones de un propietario de esclavos dejan de tener efecto en este contexto. Por ejemplo, el sexo extraconyugal entre un hombre casado y una esclava no era considerado adulterio en la mayoría de las sociedades que aceptaban la esclavitud.[1] Las esclavas corrían el riesgo máximo de abuso y esclavitud sexual.
En la India, según las leyes de Manu, escritas circa dos milenios atrás, y en vigencia por muchos siglos, hijas y esposas podían ser vendidas a la prostitución por padres y maridos.[2]
En la inglaterra bajo dominio anglo-sajón, previamente a la invasión francesa de Guillermo el Conquistador, es posible que haya habido más esclavas que esclavos, y que muchas hayan sido forzadas al concubinato con sus patrones. Según cronistas de la época, los comerciantes de esclavos de Bristol fornicaban a las esclavas antes de venderlas, y relatan como alguna esclavista —la mujer del conde Godwin, en la primera mitad del s. XI— exportaba esclavas a Dinamarca, donde la juventud y hermosura de las inglesas incrementaba su precio.[3]
↑Saco, 2006, p. 81. "sacrificando muchas veces las hembras al vicio y a la prostitución. Por iguales motivos vendieron también los maridos a sus mujeres”
↑Marc Morris (3 de marzo de 2013). «Normans and Slavery: Breaking the Bonds». History Today(en inglés)63 (3): 40-41. ISSN0018-2753. Consultado el 16 de marzo de 2024. «slaves might fill any number of functions: we find them occurring, for example, as cooks, weavers, millers and even priests. What’s more, a good many of them, perhaps even the majority, were women, kept in some cases as domestic servants or dairy maids, but also in many instances as concubines […] William of Malmesbury believed that the slave-traders of Bristol fornicated with their female captives before selling them […] the wife of Earl Godwine (d.1053), who was said ‘to buy parties of slaves in England and ship them back to Denmark, young girls especially, whose beauty and youth would enhance their price’».