La esquizofrenia desorganizada, también conocida como hebefrenia es un trastorno mental en el que el comportamiento del individuo sufre alteraciones espontáneas sin ningún propósito o motivación, agitación y desinhibición.
Las causas de este padecimiento son desconocidas, pero se sabe que comienza antes de los 25 años y que los antecedentes familiares de depresión o psicosis aumentan la probabilidad de padecerlo. A su vez, se puede destacar un fuerte componente genético, siendo más probable el desarrollo de este trastorno mental si la persona presenta antecedentes familiares.
En la esquizofrenia desorganizada es común que se presenten delirios (creencias falsas y fijas) y alucinaciones (percepciones sensoriales sin causa) y las respuestas emocionales son a veces extrañas e inapropiadas para la situación. Asimismo, se observa una completa falta de emoción y de motivación, al igual que incapacidad para sentir placer.
Algunos de estos síntomas también se observan en otros tipos de esquizofrenia, pero la distinción característica de la esquizofrenia desorganizada es el comportamiento errático con un lenguaje aleatorio desordenado y despreocupado por la gramática.
Para un diagnóstico seguro, normalmente es necesario un período de dos o tres meses de observación continua para asegurarse de que persiste el comportamiento característico y descartar cualquier otra patología orgánica y consumo de sustancias.
Cualquier subtipo de esquizofrenia, en este caso concretamente, este tipo requiere un tratamiento de larga duración, en muchos casos de por vida.
Lo más importante en el tratamiento, es poder ejecutar una intervención multi-disciplinar con las distintas disciplinas en salud mental: psiquiatría, psicología, asistente social.
Los tratamientos son: