El gas natural comprimido, más conocido por la sigla GNC, es un combustible para uso vehicular que, por ser económico y ambientalmente más limpio,[1] es considerado una alternativa sustentable para la sustitución de combustibles líquidos. Se utiliza indistintamente los términos gas natural comprimido y gas natural vehicular (GNV).
El GNC es esencialmente gas natural almacenado a altas presiones, habitualmente entre 200 y 250 bares, según la normativa de cada país. Este gas natural es principalmente metano, que al tener un alto índice de hidrógeno por carbono (4) produce menos dióxido de carbono por unidad de energía entregada, en comparación con otros hidrocarburos más pesados (con más átomos de carbono y una menor relación H/C).[2]
Es difícil establecer con claridad las características del GNC existente en el mercado ya que su composición varía en función del yacimiento de donde se extrae y del tratamiento posterior que le da la empresa gasista.
En la siguiente tabla se muestra un resumen con los valores medios obtenidos a partir de diversas fuentes:[3]
En Argentina el uso de este tipo de combustible está ampliamente difundido (hasta 2007 el país se ubicaba primero en el ranking mundial de vehículos con GNC),[4] llegando a formar parte de más del 21.7 % del total del parque automotor. Su amplia difusión se debe en gran parte a la alta disponibilidad del gas natural como recurso natural en el país y los altos precios de los combustibles líquidos. Existe un desarrollo local moderadamente alto de tecnología relacionada con la implementación de este tipo de conversiones, ya que los motores de muchos de los automóviles en venta en el país son fabricados para su uso exclusivo con combustibles tradicionales, por lo que la conversión deber realizarse posteriormente a la compra de la unidad.
El GNC se comenzó a utilizar en Argentina a mediados de los años ochenta gracias a la implementación de un plan nacional de sustitución de combustibles líquidos, durante el gobierno de Raúl Alfonsín.