El gigante de Cardiff fue un fraude perpetrado en 1869 por el estanquero George Hull, que mandó tallar una figura humana de 3,10 metros de altura a partir de un bloque de yeso, para luego enterrarlo y hacerlo descubrir por un constructor de pozos.[1][2][3][4] La idea se le ocurrió después de mantener una discusión con un reverendo metodista, el cual sostenía que la Biblia debía interpretarse de manera literal, incluyendo el pasaje que dice:[5] «Había gigantes en la tierra en aquellos días».
Phineas Taylor Barnum intentó comprar el gigante por 60 000 $.[6] Como no consiguió realizar la compra, encargó una réplica del gigante, afirmando que el original en realidad se trataba de un timo, e intentando hacer pasar su gigante por el verdadero.[6][7]
Finalmente, se descubrió el engaño de Hull al encontrarse marcas de cincel en la estatua.[1] En la actualidad el gigante de Cardiff se exhibe en el Museo de los granjeros de Cooperstown (Nueva York),[7] y la réplica encargada por P. T. Barnum se encuentra en el Museo de maravillas mecánicas de Marvin, en Farmington Hills, Míchigan.[1][8]
El gigante poseía las siguientes dimensiones:[9]
Mark Twain escribió dos historias aludiendo al célebre fraude: La venus capitolina, en el mismo año de la farsa; se trata de una especie de relato teatral que incluso menciona a Barnum en el desenlace[10]; y Un cuento de fantasmas de 1888, donde el innominado protagonista tiene una breve entrevista con el fantasma del supuesto gigante de Cardiff.[11]