Las Helénicas de Oxirrinco son una obra de Historia de Grecia de autor desconocido que comprende acontecimientos entre finales del siglo V a. C. y principios del siglo IV a. C., como continuación de la obra de Tucídides. Los escasos fragmentos conservados entre los papiros de Oxirrinco se refieren a combates navales durante la guerra jónica (última fase de la guerra del Peloponeso) y a los orígenes y estallido de la guerra de Corinto entre los años 397 y 395 a. C.
Como se desconoce tanto el autor como el título original de la obra, han recibido el nombre de Historiador de Oxirrinco y Helénicas de Oxirrinco, respectivamente. Hoy en día se considera a Cratipo de Atenas el autor más probable.
Helénicas de Oxirrinco es el nombre dado a esa historia desenterrada en Oxirrinco y contenida en tres papiros del siglo II:
Toda la historia parece ser una continuación de Tucídides, abarcando los acontecimientos ocurridos entre 411 a. C. y 394 a. C.
El descubrimiento del primer papiro en 1906 condujo a un cambio en el grado de credibilidad que los historiadores asignaban a la fuentes antiguas. Durante el siglo XIX, la obra de Jenofonte, contemporáneo de los acontecimientos que describe, se consideraba preferible a la mucho más tardía de Diodoro Sículo. El trabajo del Historiador de Oxirrinco (llamado P por papiro) fue elogiado por su pragmatismo y estilo,[4] y se encontró que su relato está más de acuerdo con Diodoro que con Jenofonte en varias cuestiones clave. Esto condujo a una revaluación de estas fuentes, y ahora los historiadores modernos prefieren seguir a Diodoro en una serie de puntos.
Historiadores modernos han debatido ampliamente sobre la identidad de P. Al principio se sugirieron los nombres de Éforo de Cime y Teopompo,[5] pero la mayoría los ha descartado por razones de estilo, presentación o tema. En la actualidad, el más probable candidato parece ser Cratipo de Atenas, un historiador del siglo IV a. C.[6] El estilo, los juicios, y la cobertura (se sabe que el trabajo de Cratipo era una continuación del de Tucídides) apoyan la identificación, si bien hay todavía planteadas varias dudas.[4]
Quien quiera que fuese el historiador P «es un competente y muy concienciado historiador cuya obra se deriva de las mejores fuentes posibles, que hace un esfuerzo por interpretar con imparcialidad pero que carece de alguna distinción en el pensamiento y el estilo. Es un segundo Tucídides», en opinión de H.D. Westlake.[7]