Hidrocele | ||
---|---|---|
Ilustración de una resección del testículo derecho, expuesto al abrir la túnica vaginal. | ||
Especialidad | urología | |
eMedicine | emerg/256 | |
Un hidrocele —del griego hydros (‘agua’ o líquido) y cele (‘quiste’ o ‘tumor’)— es la acumulación patológica de líquido seroso en el interior de una cavidad en el cuerpo humano.[1] Popularmente se lo conoce como «quiste de agua», aunque este término es inapropiado debido a que lo que se acumula no es precisamente agua.
El tipo de hidrocele más común es la hidrocele testis, la acumulación excesiva de fluido en el cordón espermático, entre las dos capas de la túnica vaginal que recubre el testículo y la cara interna del escroto.[1] En el hidrocele congénito el aumento de volumen puede verse acompañado de una hernia inguinal.[2]
En términos coloquiales, el testículo está alojado en una funda, llamada escroto. Entre ellos hay una pequeña cantidad de líquido, que permite que el testículo sea muy móvil y sea menos vulnerable a posibles traumatismos. El hidrocele testis ocurre cuando la cantidad de líquido aumenta debido a una inflamación de uno o ambos testículos, o bien por la obstrucción de un vaso sanguíneo o un vaso linfático, haciendo evidente el aumento de tamaño de la bolsa escrotal.[3]
Cuando aparece en recién nacidos se debe a una comunicación de la bolsa escrotal con el interior del abdomen y puede o no ir acompañado de hernia. Entonces se habla de hidrocele comunicante (con la cavidad abdominal).[4]
Para un hidrocele congénito es un cierre incompleto de la túnica vaginal, conservándose la comunicación con la cavidad peritoneal por un conducto estrecho que permite que el líquido peritoneal fluya hacia el saco escrotal.[5] En vez de estar contenido en una bolsa cerrada por todas partes, el líquido del hidrocele congénito comunica con el peritoneo.[6] Normalmente desaparece a los 18 meses de edad.[7]
La génesis del hidrocele adquirido todavía no se ha resuelto por completo. Puede que se fundamente en un antecedente de inflamación de los testículos, como la epididimitis, un tumor, una torsión testicular o, en un 25-50 % de los casos, por un traumatismo contuso.[7] Normalmente, los hidroceles secundarios a infecciones se resuelven con la inflamación.[1] El hidrocele adquirido es más frecuente en niños mayores, adolescentes y adultos.
Un hidrocele es un aumento de volumen por causa de líquido en el interior del escroto. Suele asemejarse a un balón suave que por lo general no permite palpar el testículo. Los hidroceles varían bastante en tamaño, generalmente son indoloros y no malignos. Los hidroceles de gran volumen causan considerable incomodidad por razón del tamaño. Como el fluido suele ser transparente, un hidrocele genera luminosidad hacia el lado opuesto cuando se le afronta una fuente de luz, a diferencia de una hernia inguinal. Un hidrocele puede también ser diferenciado del cáncer de testículo, ya que el hidrocele es suave y fluido, en tanto que un cáncer testicular es duro e irregular.
El método de tratamiento más antiguo consiste en introducir una aguja y extraer el líquido existente mediante una jeringa. Sin embargo, debido al alto riesgo de infección y a la alta probabilidad de recurrencia de un nuevo hidrocele, este método se emplea actualmente solo en pacientes para los cuales una intervención quirúrgica no es recomendable.[3]
Si el hidrocele no es corregido quirúrgicamente, puede seguir creciendo de tamaño. La escleroterapia, que es una inyección de una solución esclerosante tras haber aspirado el líquido del hidrocele, puede aumentar las tasas de éxito.[8] En muchos pacientes, el procedimiento de aspiración y la escleroterapia se repite cada vez que el hidrocele reaparece.[9]
Actualmente se recurre a la cirugía, que está indicada cuando el paciente sufre molestias o cuando se siente incómodo por su aspecto. El cirujano practica una leve incisión en el escroto o en la parte baja del abdomen, extrae el líquido en exceso y estrecha el volumen del tejido para evitar que éste vuelva a acumularse, evertiendo a la vez la túnica vaginal de forma que la cara exterior de ésta quede hacia el interior, a fin de recuperar su capacidad de absorción. La intervención se hace de manera ambulatoria,[10] aunque bajo anestesia general o locorregional (bloqueo), por lo que es recomendable permanecer una noche en el hospital. Durante uno o dos días después de la intervención el paciente deberá llevar un vendaje, y durante unos días más mantener apoyado el escroto con un calzoncillo que ajuste entre las piernas.
En el caso del hidrocele congénito, rara vez amerita tratamiento, y generalmente, una vez descartadas otras anomalías genitales coincidentes, solo se vigila hasta los 12-18 meses de edad.
El hidrocele puede ser bilateral (cuando se presenta en ambos lados) luego de la operación se reduce casi por completo la inflamación. El médico valorará si ópera ambos lados o uno por vez. Esto dependerá de cada caso en particular.
Por motivos de la intervención el testículo o testículos se inflaman y permanecen inflamados por un tiempo prolongado, tiempo que varía de persona a persona, pudiendo ser un mes o más. Estos tejidos son sensibles y requieren un tiempo para llegar a su completa normalidad. Sin embargo, esta hinchazón no es motivo de alarma pues la misma desaparece con el tiempo. Si presenta fiebre prolongada por más de tres días posteriores a la operación, dolor excesivo y aumento excesivo de área intervenida acuda al médico. La inflamación no impide que se haga su vida normal, siempre cuidando de no extralimitarse en las actividades físicas que requieran de esfuerzos.
Por lo general se debe esperar un tiempo prudencial, el médico indicará de acuerdo a su valoración cuánto se debe esperar.
La hidrocele testicular generalmente no afecta la fertilidad. Sin embargo, puede ser un síntoma de otros factores que pueden afectar la fertilidad del sujeto. Entre los más destacados, vale la pena mencionar:
Las complicaciones se pueden derivar de la cirugía del hidrocele y pueden abarcar:[3]