La Iglesia católica está presente en Cuba, donde estima que el 41% de la población es católica. El territorio del país está dividido en once diócesis, tres de ellas con rango de arquidiócesis. El liderazgo espiritual de la nación tradicionalmente ha sido compartido entre el arzobispo de Santiago de Cuba (Primado de Cuba) y el arzobispo de San Cristóbal de La Habana.
La historia del catolicismo en Cuba comenzó en el siglo XVI, con la conquista española. Durante cuatro siglos hasta la Revolución cubana de 1959, la Iglesia católica jugó un rol esencial en la vida del país. La nación cubana se forjó bajo el signo de la cruz. Las relaciones diplomáticas entre Cuba y la Santa Sede comenzaron en 1935 y se han mantenido ininterrumpidamente.
Sin embargo, el catolicismo estaba fuertemente asociado con la población blanca nacida en España y sus descendientes, siendo que la gran mayoría de los sacerdotes eran españoles europeos, los llamados "peninsulares". La Iglesia mostró mucho menos interés en convertir a la población no blanca en Cuba que en otros territorios de la Monarquía española como la Nueva España y el Perú. Durante las guerras de independencia (1868-1898), mientras que algunos católicos laicos y sacerdotes del clero criollo sirvieron en el Ejército Libertador como soldados y capellanes, la Iglesia católica estuvo como institución más cerca de la causa española que de la separatista, muchos de cuyos líderes eran masones anticlericales. Desde la instauración de la república en 1902, ha imperado en Cuba una política de separación entre Iglesia y Estado.
Cuando triunfó la revolución en enero de 1959, los católicos constituían alrededor del 70% de la población.[1]El nuevo régimen marxista, liderado por el dictador ateo Fidel Castro, se propuso revertir esta situación, desplegando una serie de políticas laicistas y anticlericales que buscaban restar poder a la Iglesia y reducir al máximo la influencia social del catolicismo. Sin llegar a prohibirlas, la Iglesia católica y las expresiones públicas de fe quedaron fuertemente reprimidas, lo que incluyó fechas tan señaladas en el calendario católico como la Navidad y la Semana Santa. Gran parte del clero y de las religiosas, en particular las de origen extranjero, salieron de Cuba en los primeros años de la Revolución, algunos de los sacerdotes restantes fueron posteriormente expulsados del país. En 1979, el número de católicos se había reducido aproximadamente a la mitad.[2]
El primer golpe fue la Ley de Reforma Agraria de 1959, que afectó a las tierras de la Iglesia. En el otoño de 1959 tuvo lugar en La Habana una manifestación de jóvenes católicos contra el arresto de uno de los líderes de la revolución, Huber Matos. Alrededor de un millón de personas salieron a esta procesión.[3]
El 9 de septiembre de 1960, Castro ordenó la clausura de todos los programas católicos de radio y televisión.[4] El 10 de septiembre de 1961 durante la procesión de la Patrona de Cuba, la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre, las Milicias Nacionales Revolucionarias atacaron a los manifestantes con palos y tiros, resultando muerto el joven católico Arnaldo Socorro.[5] El 19 de septiembre de 1961, Fidel Castro anuncio por televisión que no se volverían a permitir manifestaciones religiosas en Cuba.[6]
En 1962 prohibió al personal de la Iglesia unirse al Partido Comunista de Cuba, siguiendo una tradición comunista de ateísmo marxista-leninista.[7] Durante la campaña de la Zafra de los diez millones de 1970 el gobierno suspendió las fiestas navideñas, cuya celebración pública no regresaría hasta 1997.[8]
En la década de 1980 hubo una mejora de las relaciones entre la Santa Sede y el gobierno de Cuba. El 19 de noviembre de 1996 Fidel Castro fue recibido por el papa Juan Pablo II en la Ciudad del Vaticano. En enero de 1998, el Papa realizó una viaje apostólico a Cuba y fue recibido por Castro. En las misas del Papa en la Plazas Santa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba y de La Habana, cerca de un millón de personas estuvieron presente.
El papa Benedicto XVI visitó el país en 2012 y se reunió con Fidel y Raúl Castro, al igual que el papa Francisco en 2015. La Iglesia posee algunos centros de formación como el Seminario San Carlos y San Ambrosio en La Habana[9] y el Seminario San Basilio Magno en Santiago de Cuba.
Según datos de la revista Newsweek de 1998 cerca de 4,7 millones de los 11 millones de cubanos son bautizados, aunque solamente 150 000 acuden a misa los domingos.[10] En el 2012, el número total de católicos bautizados en Cuba era de 6,8 millones de personas.
Provincia eclesiástica de La Habana (erigida en 1925)
Provincia eclesiástica de Camagüey (erigida en 1998)
Provincia eclesiástica de Santiago de Cuba (erigida en 1803)
La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) es miembro del Consejo Episcopal Latinoamericano. (CELAM). A ella pertenecen todos los obispos cubanos, residenciales y auxiliares.
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