El proceso de evangelización de Uruguay siguió a la colonización española, iniciada en 1624 con la fundación de Santo Domingo de Soriano por parte de misioneros. Todo ese tiempo, el territorio de la Banda Oriental dependió eclesiásticamente del obispo de Buenos Aires. Los jesuitas realizaron una importante labor, siguiendo el modelo de las reducciones.
La Iglesia católica tuvo un importante papel como institución educadora, varios prohombres uruguayos asistieron a escuelas católicas en una época en la cual no había escuelas públicas. También hubo sacerdotes muy destacados en la época de las gestas independentistas; el presbítero José Benito Monterroso fue secretario del prócer José Gervasio Artigas, y se le atribuye la autoría de muchas frases y pensamientos de Artigas: "libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable".
Montevideo fue erigido en vicariato en 1830, ante el advenimiento de la primera Constitución de Uruguay como país independiente (que institucionalizó a la Iglesia católica como religión oficial). Se convierte en diócesis recién en 1878.
La Constitución de Uruguay de 1918 separó al Estado de la Iglesia, iniciándose una etapa de autonomía religiosa. A partir de ese momento, el catolicismo uruguayo tuvo una historia propia, independiente de los intereses de las clases gobernantes. El relacionamiento entre ambos fue madurando hacia una laicidad positiva y a una colaboración en una diversidad de campos. La Iglesia Católica no se compromete con ningún partido, pero alienta el compromiso político de los laicos católicos. Al mismo tiempo invita a quienes actúan en la política partidaria a conocer a fondo la doctrina social de la Iglesia.[3]
Es de destacar la actuación de la Juventud Obrera Católica como movimiento laico a mediados del siglo XX.[4]
Las jurisdicciones eclesiásticas de la Iglesia católica en Uruguay se encuentran organizadas en una provincia eclesiástica, conformada por una arquidiócesis metropolitana y 8 diócesis, cuyos obispos integran la Conferencia Episcopal del Uruguay. El listado de obispos y jurisdicciones se encuentra actualizado al 29 de agosto de 2021.[5]
En Uruguay los obispos de la arquidiócesis metropolitana y de las 8 diócesis son ordinarios territoriales de rito latino con jurisdicción propia sobre los fieles de las Iglesias orientales católicas, a excepción de los armenios. Dentro de la arquidiócesis de Montevideo existe la parroquia personal Nuestra Señora del Líbano para los fieles de la Iglesia católica maronita.
Diversos institutos de vida consagrada están presentes en Uruguay.[6] Algunos de ellos llegaron en plena época colonial y participaron en el proceso de colonización del antiguo territorio de la Banda Oriental, si bien su presencia fue intermitente durante cierto tiempo: