Incesto emocional es un tipo de abuso en el que un padre busca en su hijo el apoyo emocional que normalmente sería proporcionado por otro adulto.[1] Se piensan que los efectos del incesto emocional en los niños cuando se hacen adultos se parecen a los del incesto real, aunque en un menor grado.[2]
Kenneth Adams originó el concepto en los años ochenta y se lo definió[3] como un abuso psicológico[4] que se da en la relación entre una figura parental y un niño que no involucra incesto o relaciones sexuales, aunque involucra dinámicas interpersonales similares a las de parejas sexuales.[3][5][6]
Este abuso ocurre cuando un padre o madre no puede o no quiere mantener una relación con otro adulto y fuerza a su hijo o hija a que desempeñe el papel emocional de un esposo.[4] Se ignoran las necesidades del niño y la relación existe solo para satisfacer las necesidades del padre[1] y puede ser que el adulto no sea consciente de los problemas creados por sus acciones.[7]
Las víctimas tienen ira o culpa hacia sus padres y problemas con la autoestima, adicciones y en su intimidad sexual y emocional.[8]
La autora Marion Woodman describe el incesto emocional como una «relación de afecto sin límites» en el que padre o padres usan al hijo como espejo para satisfacer sus necesidades, en vez de ser espejo del hijo para apoyarlo en su desarrollo emocional.[9]
La ocurrencia del incesto emocional también se asocia con el alcoholismo y el abuso de drogas.[10][11]