La plus que lente, L. 121 (pronunciación en francés: /laplyskəˈlɑ̃t/, "El más que lento"),[1] es un vals para piano escrito por Claude Debussy en 1910,[2] poco después de su publicación de los Preludios, Libro I.[3] La pieza se estrenó en el Hotel New Carlton de París, donde fue transcrita para cuerdas e interpretada por el popular violinista "gitano" Léoni, para quien Debussy la escribió (y a quien el compositor le dio el manuscrito).[4]
Debussy arregló la pieza para pequeña orquesta (flauta, clarinete, piano, cimbalón y cuerdas), que se publicó en 1912.
A pesar de su título, La plus que lente no estaba pensada para ser tocada lentamente; "lente", en este contexto, se refiere al género del valse lente que Debussy intentó emular.[5] Típico del enfoque cáustico de Debussy a la hora de nombrar sus composiciones, representaba su reacción a la gran influencia del vals lento en los ambientes sociales de Francia. Sin embargo, como señaló Frank Howes, "La plus que lente es, a la manera irónicamente humorística de Debussy, el valse lente [vals lento] que supera a todos los demás".[3]
La obra está marcada "Molto rubato con morbidezza", lo que indica que Debussy fomenta un tempo flexible.[6]
Se ha afirmado que Debussy se inspiró supuestamente para La plus que lente en una pequeña escultura, "La Valse", que guardaba en su repisa.[3] Sin embargo, otros apuntan a varias fuentes de inspiración, algunos citando el parecido entre este vals y la obra anterior de Debussy, Ballade.[7]
Durante el mismo año de su composición, se concibió una orquestación de la obra, pero Debussy se opuso al fuerte uso de la percusión en la partitura y propuso una nueva, escribiendo a su editor:
Examinando la descarada partitura de La plus que lente, me parece que está inútilmente ornamentada con trombones, tambores de marmita, triángulos, etc., y así se dirige a una especie de salón de lujo que acostumbro a ignorar! -¡hay ciertas torpezas que se pueden evitar fácilmente! Así que me he permitido probar otro tipo de arreglo que parece más práctico. Y es que no se puede empezar de la misma manera en un salón que en una peluquería. Es absolutamente necesario que haya algunas medidas preparatorias. Pero no nos limitemos a las cervecerías. Pensemos en los innumerables tés de las cinco de la tarde donde se reúnen los hermosos públicos con los que he soñado.Claude Debussy, 25 de agosto de 1910[8]