Lechera o lechero denominan a la persona que tiene como ocupación laboral recoger la leche y realizar su reparto o venta entre la población.[1] El término se aplica indistintamente al trabajador que ordeña, al que reparte la leche y al que la vende en un establecimiento específico del ramo.[2][3]
A lo largo de la historia europea, los trabajos relacionados con el ordeño, distribución y venta de la leche –no solo de vaca, aunque sí de forma preferente– formaron parte de la vida rural y de forma más activa en la explotación del ganado en granjas de productos lácteos, al principio con pocos animales.[4]
La vigilancia del ganado (vacas, cabras, ovejas), su pastoreo y cuidado, las labores de mantenimiento de los establos se realizaban indistíntamente por mujeres y hombres, así como el ordeño, reparto y venta del producto (leche y en ocasiones quesos o yogur).[5] El conjunto del proceso laboral evolucionó con los avances industriales, ampliándose en grandes explotaciones mecanizadas, que a su vez serían sustituidas por técnicas de última generación como la robótica o la biotecnología para aumentar su eficiencia. No obstante todavía subsisten medianos y pequeños productores de leche que combinan maneras tradicionales con otras modernas en especial en el proceso de higienización, reparto y envase.[6]
Motivo artístico popular de cierta tradición literaria desde Esopo y su fábula versificada luego por Félix María Samaniego,[7] el personaje de la lechera aparece retratado en obras famosas de grandes pintores como Vermeer (La lechera) o Francisco de Goya (La lechera de Burdeos).[8]
De especial valor antropológico podrían considerarse algunas esculturas dedicadas al trabajo del reparto de leche, como los conjuntos escultóricos localizados en las ciudades de Orense, Oviedo, Santa Cruz de Tenerife o Santiago de Compostela.
Pintura, escultura y fotografía han conformado desde hace siglos –en el caso de las dos primeras– una iconografía documental que habla por sí misma. Una mínima y anecdótica quizá selección:
Entre las personas que llegarían a ser famosas por otras ocupaciones o situaciones, pero que durante un periodo de su vida ejercieron la profesión del reparto de leche, se podrían citar, por ejemplo:
Uruguay es un país que tiene una industria láctea de producción y exportación.[9] En 2020, eran aproximadamente 20.000 personas que trabajaban en los tambos y las industrias lácteas.[10] Hay en Uruguay 3.300 productores de leche, el 73% envía su producción a la industria y el 27% produce queso artesanal en el establecimiento.[11] En los tambos predomina el trabajo familiar, en la industria la mayoría son trabajadores permanentes.[12]
Las personas se pueden formar en este oficio en la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) y la Universidad Tecnológica (UTEC).[13]
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