Lechera, como recipiente, denomina a un conjunto de vasijas para transportar la leche, de muy diversa morfología y tamaño, aunque por lo general de forma cónica o cilíndrica.[1] También se llamó así a las cántaras de leche.[2][3][4]
Los estudios arqueológicos, antropológicos y etnográficos permiten suponer que las lecheras de la Antigüedad eran vasijas o cubetas de madera, como las de uso popular para acarrear el agua, sistema de transporte que en las zonas rurales de Europa perduraría hasta comienzos del siglo xx. En España, y de entre esa amplia galería de recipientes y contenedores, y además de las vasijas como el cántaro lechero, podrían mencionarse piezas más curiosas, como la herrada,[5] típica en las culturas de pastoreo (ovejas, cabras) y explotación de ganado vacuno, como recipiente de ordeño.[6] o la sella,[7] común desde Galicia al conjunto etnográfico de los valles pirenaicos, tanto en España como en Francia.[5]
Tradicionalmente, la leche se recogía y distribuía en baldes con o sin tapa y un asa u otros tipos de recipientes abiertos, como los cántaros que transportaban las mujeres sobre la cabeza o los animales de carga en sus acémilas; o bien se llevaban en cubos pendiendo de los extremos de un tipo ligero de yugo de madera. Con la industrialización de la agricultura y el ferrocarril, los productores lácteos diseñaron diversos modelos de barriles, pequeños toneles y similares recipientes cilíndricos con capacidad para unos 65 litros, que a partir de la década de 1850 se fueron sustituyendo por contenedores metálicos.[8][9]
La abundante iconografía de los recipientes dedicados a la explotación y comercio de la leche permite seleccionar una muy elemental muestra de la evolución de las lecheras: