La Ley de naturalización de Estados Unidos del 26 de marzo de 1790 fijó las primeras reglas en Estados Unidos para otorgar la ciudadanía nacional. Esta ley limitaba la nacionalización a los inmigrantes que fueran "personas blancas libres" de "buena moral". Por lo tanto excluyó a los nativos americanos, a los negros ya fuesen libres o esclavos, asiáticos y sirvientes sin sueldo.
Hasta 1944, los tribunales interpretaron que la palabra "blancas" excluía también a las personas de religión musulmana. Esta posición fue revertida por la sentencia Ex Parte Mohriez que le concedió la ciudadanía a un hombre musulmán.[1]
Aunque la ley incluyó a las mujeres, la ciudadanía se heredaría exclusivamente a través del padre: "no le corresponde a personas cuyos padres nunca han sido residentes de los Estados Unidos...." .[2][3]