La licuefacción directa del carbón, también conocida como proceso Pott-Broche, es un proceso químico que convierte el carbón directamente en una mezcla de hidrocarburos líquidos denominada "crudo sintético". Aunque existen muchas variantes del proceso, todas coinciden en que primero se disuelve el carbón en un disolvente a alta presión y temperatura y luego se añade hidrógeno para realizar un hidrocraqueo en presencia de un catalizador. El producto obtenido es un crudo sintético que a continuación hay que refinar, consumiendo más hidrógeno.
No debe confundirse con la "licuefacción indirecta", que consiste en generar primero gas de síntesis que luego es convertido en hidrocarburos líquidos mediante una reacción de Fischer-Tropsch.
El primero en patentar la licuefacción directa del carbón fue el alemán Bergius en 1913. Este proceso pionero, que no incluía ni hidrógeno ni catalizador, fue industrializado en los años 1920 en Alemania y en los años 1930 en el Reino Unido. Durante la Segunda Guerra Mundial experimentó un gran auge, llegando en 1944 a ser responsable, junto con la vía de la licuefacción indirecta, de la mayor parte del suministro de combustible a las fuerzas armadas alemanas. Tras el final de la guerra, las plantas que no habían sido destruidas por los bombardeos aliados fueron desmanteladas debido a la llegada masiva al mercado de petróleo barato de Oriente Medio. Desde entonces hasta la actualidad se ha realizado un gran trabajo de investigación y desarrollo, siendo el mayor exponente la incorporación del hidrocraqueo catalítico al proceso. Sin embargo, ninguna nueva planta industrial de licuefacción directa ha visto la luz hasta hoy (2006).
Para 2008 se prevé el arranque de la planta de licuefacción directa de Shenhua en Mongolia Interior (China), cuya capacidad anunciada es de un millón de toneladas / año de productos finales (gasoil, gasolina y GPL).