Luc-Peter Crombé | ||
---|---|---|
Información personal | ||
Nacimiento |
14 de enero de 1920 Opwijk (Bélgica) | |
Fallecimiento |
17 de mayo de 2005 Sint-Martens-Latem (Bélgica) | (85 años)|
Nacionalidad | Belga | |
Educación | ||
Educado en | ||
Información profesional | ||
Ocupación | Pintor | |
Luc-Peter Crombé (14 de enero de 1920 – 17 de mayo de 2005) fue un pintor belga, de origen flamenco.
Luc-Peter Crombé pintó paisajes, retratos, figuras y temas religiosos. Fue parte de la llamada 4.ª Escuela de Latem de arte flamenco y se le consideró uno de los grandes pintores de la técnica del témpera, por su arte religioso pero también por la variedad de estilos que desarrolló.
Luc-Peter Crombé nació en Opwijk, una pequeña ciudad cerca de Bruselas. Su formación artística comenzó en la Academia de Sint-Lucas de Gante con G. Hermans y Jos Verdegem. Siguió su formación con el ilustre pintor del momento Constant Permeke en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes. Siguió cursando cinco años más con el maestro de Gante Jos Verdegem, así como una formación especial en la Escuela del Louvre (arqueología y restauración), tras la cual puso en práctica esta formación en el estudio Van de Velde (Gante) y en el Louvre con el Profesor Maurice Serullaz (París). También estudió durante los años 40 en la influyente Académie de la Grande Chaumière donde aprendió a dibujar el cuerpo femenino.
Luc-Peter Crombé murió en 2005 y está enterrado en Deurle junto a otros artistas famosos de las diferentes Escuelas de Latem de arte flamenco como Gustave De Smet, Léon De Smet, Xavier Decock, Jenny Montigny y Albert Claeys.
Los primeros trabajos de Luc-Peter Crombé se caracterizan por un estilo más íntimo y decorativo, con imágenes tradicionales de la vida cotidiana flamenca. A partir de los años 50, las influencias del Sur se hacen aparentes, empezando con el uso de la técnica del témpera. La figura también consigue su sitio como el motivo principal (el mundo de un niño y los retratos figuran cada vez más).[1]
Al final de los años 50, sus viajes a Córcega, donde le fascina el entorno natural así como la erosión de las rocas, le hacen experimentar con el arte abstracto. Durante este periodo, sus viajes a Córcega, Italia, Marruecos y España dan a su estilo y a su arte un toque del sur.
Durante los aňos 50 y principios de los 60, se le conoció sobre todo por su arte religioso. El arte religioso de Luc-Peter Crombé culmina con la pintura de Vía Crucis en el Mariahal Archivado el 18 de septiembre de 2021 en Wayback Machine. próximo a la Basílica de Nuestra Señora de Scherpenheuvel.[2]
Con su salida de la orden religiosa a finales de los años 60, empieza una nueva etapa artística y personal. Durante este periodo, Luc-Peter Crombé trabajó en dos talleres: además del estudio en Sint-Martens-Latem, también tiene otro estudio en Maaseik. Durante este periodo, principalmente produce obras de dibujos en pastel y carbón.
Sus siguientes periodos artísticos[3] se pueden caracterizar de esta forma:
'Homenaje a la vida' donde el movimiento juega una función importante. El movimiento en el baile y la vida teatral son muy importantes y temas dominantes de este periodo. Esto refleja su distanciamiento del arte religioso para embarcar en una celebración de la vida. A través de su arte, intenta cultivar un sentido de vínculo a una comunidad, con sus tradiciones. El movimiento juega un papel importante en su arte. El baile, el teatro y el carnaval son temas importantes en el conjunto temático 'oda a la vida'. Las influencias especiales en esta fase de descubrimiento son Maurice Béjart y Jeanne Brabants, amigos que le hacen descubir las óperas y los ballets de París y Londres.
Además de la técnica del témpera, el fresco era su técnica favorita. Muchos temas como los trabajos de encaje, paisajes, los animales y los temas íntimos las desarrolló utilizando esta técnica.
En su último periodo, Luc-Peter Crombé vuelve a retrabajar las obras que había empezado en su estudio con resultados muy sorprendentes. Los contrastes duros que figuran en sus obras anteriores pasan a tonos y colores más suaves. También la figura de la muere empieza a cambiar, que ya ha pasado por la emancipación y que empieza a experimentar con su posición más dominante en la sociedad.
Luc-Peter Crombé ganó muchos otros premios en su larga e ilustre carrera, incluido el Premio Benevenuto en 1956 (Milán), el Premio Sagrada Familia de Arte Religioso en 1957 (Barcelona) y el Premio Honorífico en 1965 (Detroit). De forma posthuma, ganó el Premio de Cultura, Opwijk 2020.[4][5][6]