Magda Olivero | ||
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Magda Olivero en 2005 | ||
Información personal | ||
Nacimiento |
25 de marzo de 1910 Saluzzo (Italia) | |
Fallecimiento |
8 de septiembre de 2014 Milán (Italia) | (104 años)|
Causa de muerte | Enfermedad | |
Sepultura | Cementerio monumental de Milán | |
Nacionalidad | Italiana (1946-2014) | |
Información profesional | ||
Ocupación | Cantante de ópera | |
Años activa | desde 1932 | |
Empleador | Academia Nacional de Santa Cecilia | |
Género | Ópera | |
Instrumento | Soprano y voz | |
Tipo de voz | Soprano | |
Distinciones |
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Magda Olivero, nombre artístico de Maria Maddalena Olivero, (Saluzzo, 25 de marzo de 1910 – Milán, 8 de septiembre de 2014)[1] fue una soprano italiana, considerada una de las más grandes cantantes de ópera verista y especialmente recordada en el papel de Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea.
Sus primeros profesores encontraron su voz deficiente. No obstante, ella perseveró, continuando sus estudios con Luigi Gerussi. Hizo su debut el año 1932, en la radio de Turín, con el oratorio de Cattozzo I misterio dolorosi. Actuó de manera creciente hasta 1941, en que se casó y se retiró de los escenarios.
Volvió diez años después, a petición de Francesco Cilea, que le pidió que cantara el papel protagonista de su ópera Adriana Lecouvreur.
Desde 1951 hasta su retirada definitiva, cantó en teatros de ópera del mundo. En su regreso a los escenarios, su voz parecía más apasionada y expresiva, así como más potente que antes. Entre sus mejores papeles hace falta destacar las protagonistas de Adriana Lecouvreur, Iris, Fedora, La Bohème, La fanciulla del West, La Traviata, La Wally, Madama Butterfly, Manon Lescaut, Mefistófeles, Francesca da Rimini[2] y Turandot (como Liú).
Cantó la Medea de Luigi Cherubini en Dallas en 1967.
En 1975, habiendo sido durante dos décadas una estrella internacional y cuarenta y dos años después de su debut en Turín, hizo su debut en el Metropolitan Opera House con una sensacional Tosca que fue coronada con una ovación de veinte minutos.
Sus últimas actuaciones tuvieron lugar en marzo de 1981 en la ópera La voz humana (La voix humaine) de Francis Poulenc, anteriormente cantó La visita de la vieja dama de von Einem.
Así, coronó una carrera de medio siglo en los escenarios líricos.
Continuó cantando música religiosa a nivel local y, también en la década de 1980 grabó algunas arias. Estas grabaciones muestran que, a pesar de que la voz ha envejecido, los recursos interpretativos y el aplomo técnico nunca la abandonaron. Afortunadamente, existen grabaciones suyas de óperas completas así como de árias y escenas.
La voz de Olivero es a la vez rica y bella, a pesar de que quizás es difícil de apreciarlo al principio. No siempre conseguía emitir sonidos convencionalmente bellos, pero siempre era expresiva. La expresividad fue siempre su punto fuerte. Su voz impresiona por su capacidad para capturar cada emoción con una intensidad particular. Olivero, quizás más que cualquier otra cantante, podía modular el tono de su voz según el significado del texto.
Como Maria Callas y Leyla Gencer, poseyó la capacidad innata de dominar drama y música en un todo uniforme haciendo de ella una de las más grandes artistas líricas de todo los tiempos.
Sus únicas grabaciones fonográficas de estudio fueron: Turandot (como Liù, con Gina Cigna, para Cetra, 1938), Fedora (con Mario del Monaco y Tito Gobbi, dirigidos por Lamberto Gardelli, para Decca, 1969) y fragmentos de Francesca da Rimini (con Mario del Monaco, dirigidos por Nicola Rescigno, para Decca, 1969).