Marta Minujín | ||
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Marta Inés Minujín | |
Nacimiento |
30 de enero de 1943 (81 años) Buenos Aires (Argentina) | |
Nacionalidad | Argentina | |
Familia | ||
Cónyuge | Juan Carlos Gómez Sabaini (matr. 1959; fall. 2021) | |
Hijos |
Facundo Gómez Minujín[1][2] Gala Gómez Minujín | |
Familiares | Juan Minujín (sobrino) | |
Información profesional | ||
Área | Pintura, escultura, performance, happening, dibujo | |
Años activa | 1959 - presente | |
Movimiento | ||
Obras notables | La Destrucción (1963), La Menesunda (1965), Minuphone (1967), El Obelisco de pan dulce (1979), El Partenón de libros (1983) | |
Distinciones |
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Firma | ||
Marta Inés Minujín (Buenos Aires, 30 de enero de 1943) es una artista plástica argentina, conocida por sus obras vanguardistas producidas principalmente durante los años 1960, 1970 y 1980.
Minujín nació en Avellaneda, en la provincia de Buenos Aires. Habiendo vivido una infancia que ella misma ha descrito como “horrible”, Minujín estudió Bellas Artes en algunas escuelas nacionales sin recibirse.[6] En 1961 presentó su primera exposición individual con tan solo 18 años e inició su breve paso por el informalismo.[3] Ese año, Minujín consiguió una beca en Francia y para emanciparse falsificó su documento y se casó con el economista Juan Gómez Sabaini.[6] En 1962 regresó a la Argentina, pero un año más tarde vuelve a París gracias a otra beca.[3] Allí se vincula con el nuevo realismo y realiza su primer happening, La destrucción (1963), en el que colegas de Minujín destruyeron los trabajos de la artista.[8]
De vuelta en Buenos Aires, Minujín presentó varios happenings, performances e instalaciones artísticas en el Instituto Di Tella, entre ellas la celebrada La Menesunda (1965). Durante fines de los años sesenta, Minujín se adhirió al movimiento contracultural hippie en Nueva York tras haber ganado la Beca Guggenheim, donde se volcó al arte pop y el arte psicodélico.[6][8][9] Durante esta época y más tarde en la década de 1970, Minujín trabajó tanto en Buenos Aires como en Nueva York.[3][9] A fines de los años setenta siguiendo las sugerencias de Roberto Mackintosh comienza con los obeliscos en movimiento y sus obras seccionables y a principios de los ochenta se vuelca al arte ambiental con obras como Repollos (1977) y Toronjas (1977), y a proyectos que desacralizaban mitos populares, como El obelisco de pan dulce (1979) y Carlos Gardel de fuego (1981).[3] En 1983 y en celebración del retorno de la democracia en Argentina, Minujín presentó en la avenida 9 de Julio El Partenón de libros, formado con libros prohibidos durante la dictadura militar.[10]
Durante los años ochenta su interés por la revisión de los mitos se vuelca a la escultura griega clásica, con obras que caen o se fragmentan como Venus de Milo cayendo (1986) y Joven helénico fragmentándose (1982); sin abandonar el arte de acción produciendo obras como su colaboración con Andy Warhol en 1985.[3][10] Desde los años noventa su trabajo ha sido revalorizado y consagrado en diversos homenajes y retrospectivas.[3] Actualmente, Minujín continúa trabajando como artista en su taller en el barrio porteño de San Cristóbal.[6]
Oriunda del barrio porteño de San Telmo, nació el 30 de enero de 1943, hija de un padre judío y una madre española.[11] A la edad de 16 años, se casó en secreto con Juan Carlos Gómez Sabaini, un economista. Tuvieron dos hijos, Facundo Gómez Minujín, presidente de J.P. Morgan y expresidente de la Fundación arteBA, y Gala Gómez Minujín, también economista. Después de 62 años de matrimonio, enviudó en 2021.[12] Es tía del actor Juan Minujín.
Comenzó sus estudios en las Escuelas Nacionales de Bellas Artes de Buenos Aires. Presentó su primera exposición personal en 1959 en el Teatro Agón. En 1960 obtuvo una beca del FNA que le permitió instalarse en París, donde participó en la muestra Pablo [Curatella] Manes y treinta argentinos de la Nueva Generación.
“Nosotros nos autodefinimos como pop. Arte popular, arte que todo el mundo puede entender, arte feliz, arte divertido, arte cómico. No un arte que es necesario entender, es un arte que es necesario gustar; que hace pop y lo entendés”.Marta Minujín
Comenzó a realizar estructuras habitables, cubiertas de colchones encontrados entre los desechos de los hospitales parisinos. En el baldío del Impasse Roussin, realizó “La Destrucción” (1963), su primer happening: para esta obra reunió todas sus piezas con colchones e invitó a un grupo de "artistas" a “destruirlas” (Christo, Élie-Charles Flamand, Lourdes Castro, Mariano Hernández y Paul Getty). El mismo año, con Jean-Jacques Lebel, organizó el happening "El Gallo", en la Galería Raymond Cordier.
A su llegada a la Argentina, fue una de las pioneras en la representación de happenings en ese país junto a miembros del Instituto Di Tella de Artes.
En 1964 fue invitada al Premio Nacional Di Tella, centro de referencia de los artistas de la época, donde expuso “Eróticos en technicolor” y “Revuélquese y viva”. En la segunda obra los espectadores debían ingresar en una tienda de tela, goma pluma y madera, repleta de colchones multicolores, para echarse en la cama y dar vueltas para cumplir con el propósito explícito de la artista de unir “arte y vida”.
Ese mismo año realizó el happening “Cabalgata” frente a las cámaras de Canal 7, convirtiendo a la transmisión en algo inédito hasta ese momento. En la acción, unos caballos que tenían atados a sus colas recipientes con pintura, coloreaban algunos colchones; un grupo de atletas, al mismo tiempo, reventaban globos y dos músicos de rock eran envueltos con cinta adhesiva. Poco después, en el Estadio del Cerro, en Montevideo, presentó “Suceso Plástico”, una performance con quinientos pollos, mujeres gordas, atletas, bailarinas, quince motociclistas policiales, un helicóptero que arrojaba al público pollos vivos, talco y lechugas.[13]
Lo social se manifiesta en su obra como preocupación socio-contextual que presenta distintos matices: el humor, la crítica y la exaltación.[14] Entre mayo y junio de 1965, Marta Minujín y Rubén Santantonín presentaron La Menesunda en el Instituto Di Tella (realizada con la colaboración, en distintas tareas, de Pablo Suárez, David Lamelas, Rodolfo Prayon, Floreal Amor y Leopoldo Maler). Se trataba de una ambientación que el espectador debía recorrer a través de dieciséis zonas y situaciones diferentes, sin aviso previo de lo que en su interior ocurriría.
Si accedía en grupos de ocho personas por vez, luego de esperar en largas filas, se ingresaba a través de una silueta de un hombre recortada en una cortina de plástico transparente. Después se transitaba por un túnel de luces de neón que llevaba a un espacio con diez televisores encendidos con su volumen alto. Luego, se ingresaba en un dormitorio con una pareja en la cama. Otro túnel, con luces de neón y sonidos de la calle, conducía a una escalera con pasamanos de esponja y un fuerte aroma de perfume, que finalizaba en una gigantesca cabeza de mujer. Su interior estaba cubierto de cosméticos y una maquilladora atendía al público, aplicándole sus productos. Un canasto giratorio conducía al espectador maquillado a un túnel de paredes blandas y suelo gomoso. Al traspasar una puerta se entraba en un espacio oscuro con olor a consultorio dental, en el que había un disco telefónico gigante: para salir de la ambientación era necesario acertar el número a marcar. La salida era a través de una cámara frigorífica, con una temperatura de algunos grados bajo cero, llena de telas de todo tipo y color que cerraban el paso. Finalmente, se accedía a una cámara octogonal con espejos, que se oscurecía al ingresar el visitante. De inmediato se encendían luces negras y unos ventiladores hacían caer una lluvia de papel picado de colores. Como despedida, un aroma a frituras devolvía al espectador a su espacio cotidiano.
Decidimos reflejar Buenos Aires en una obra de arte de participación. Que la obra sin publico no era arte, y el publico no era público sino que participante y vivía en arte.Marta Minujín, entrevista realizada por la Radio del Museo Reina Sofía.
En todo el conjunto se percibía cierto tono popular, en particular en la configuración visual del contexto, en las alusiones a la publicidad barata, en los carteles de plástico, en la decoración del gabinete de la maquilladora y en otros pasajes del recorrido.
En 2016, Minujín realizó una reconstrucción fiel de "La Menesunda" en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.[15] En 2019 repitió esta experiencia en el New Museum de Nueva York, titulada "La Menesunda Reloaded".[16][17]
De similares características e ideología, Minujín y Warhol compartieron una amistad cuando se conocieron en una galería de arte durante su estadía en Nueva York. Junto a él compartió el ambiente artístico de la época. En 1985 realiza la famosa obra fotográfica en la que paga al artista estadounidense la deuda externa argentina con choclos, según sus propias palabras, “el oro latinoamericano”.[18]
“Llevé todos los choclos, hice una montaña, pusimos dos sillas y nos sacamos diez fotos. Yo agarraba el choclo, él subía, yo se lo ofrecía y él lo aceptaba. Así la deuda externa quedaba paga. Pensando que yo era la reina del pop por estos lados y él, el rey del pop por allá, tenía sentido que saldáramos la deuda. Después regalamos los choclos firmados a la gente. Esa fue la última vez que lo vi. Murió dos años después.”Marta Minujín
En 1966, Martha realiza el happening llamado Three Countries Happening en colaboración con Allan Kaprow y Wolf Vostell. Consistió en tres sucesos que debían llevarse a cabo simultáneamente en tres ciudades distintas: Nueva York, Berlín y Buenos Aires. Minujín, desde Buenos Aires, participa con Simultaneidad en simultaneidad, acción que busca concientizar al público sobre la alienación producida por los medios de comunicación tan presentes en la vida cotidiana, usando como recurso la transmisión en vivo y comunicación por radio, TV, teléfono y telegramas.
Aparentemente una cabina común y corriente de las calles de Nueva York, excepto que, al entrar, el usuario se encontraba con una sorpresa de efectos psicodélicos aleatorios.
El artefacto contenía una pantalla de TV en la base, que mostraba el rostro de la persona que entraba. Al marcar un número, durante tres minutos se desataba una secuencia de efectos diversos que variaban de acuerdo con los números ingresados. Algunas de las experiencias incluían baños de colores psicodélicos, cambio de color en las paredes laterales, producción de eco en la voz y toma de una foto Polaroid, entre otros efectos.
Fue una “ambientación social” en formato de videoinstalación, presentada entre mayo y julio de 1968 en el Center for Inter-American Relations de Nueva York.
El ambiente involucró la realización de cuatro cócteles: uno para economistas, otro para integrantes del mundo de la moda, otro para artistas y el último para políticos. Cada uno reunió ochenta personas. Los participantes fueron seleccionados mediante un cuestionario publicado en 6 periódicos, donde interrogaba a los interesados sobre la actividad que llevaban a cabo en el campo económico, político, de la moda y artístico, si desarrollaban actividades en otras áreas y si preferían desempeñar el papel de “líderes” o de “participantes”.
Las personas seleccionadas asistieron a los sucesivos cócteles, según su campo de acción. Cada encuentro fue registrado por seis cámaras. El 27 de mayo, la exposición Minucode proyectaba las filmaciones de los cuatro cócteles, en una secuencia de 10 minutos cada una.
Happening desarrollado en el Rock Creek Park, con apoyo de la Visual Aids Electronics Corp.
Minujín disloca sonidos dentro de un recorrido en un parque: a nivel del piso se escuchan pájaros; en las ramas de los árboles, un río y entre las plantas, autos y otros sonidos.
En 1966 obtuvo la beca Guggenheim y se fue a vivir por 10 años, con leves interrupciones, a Nueva York. Desde 1980 Minujín realiza esculturas con apropiaciones de obras clásicas de la estatuaria grecorromana, de la renacentista, y hasta de las estatuillas cicládicas. Sus obras son reproducciones en yeso de esos modelos, fragmentados, desarticulados en secciones desplazadas.
Entre ellas, las más representativas y famosas son:
Sus happenings y obras de arte efímero en general apuntan a la respuesta del espectador, y generalmente producen controversia y comentarios en los medios masivos de comunicación.