Un ministro, en el cristianismo, es una persona creyente, autorizada por una Iglesia u otra organización religiosa para realizar funciones eclesiásticas, como pueden ser la enseñanza de las creencias, una serie de servicios destacados como bodas, bautizos o funerales o el de proporcionar una guía espiritual a la comunidad.
En las iglesias católica, anglicana, ortodoxa, luterana nórdica y ortodoxas orientales, se enfatiza el concepto de sacerdocio. En otras confesiones cristianas, como en las iglesias baptista, congregacionalista, metodista, presbiteriana o reformada, el término 'ministro' generalmente se refiere a un miembro del clero ordenado que dirige una congregación o participa con un determinado papel en un ministerio paraeclesial. Esa persona puede servir como presbítero, pastor, predicador, obispo, capellán o anciano.
Con respecto a las denominaciones eclesiásticas, a muchos ministros se les llama 'reverendo'. Sin embargo, como título, algunos otros utilizan el apelativo de 'pastor' o 'padre'.
El término proviene del latín minister ('sirviente', 'asistente'), que a su vez se deriva de minus ('menos, menor').[1] En griego antiguo, διάκονος, diákonos, utilizado en el Nuevo Testamento, también se traduce como ministro, en el sentido de "siervo".[2].
El ministerio es el servicio que un creyente realiza de acuerdo con una llamada particular de Dios, para la Iglesia y la misión.
En la Epístola a los Efesios, capítulo 4, versículo 11, Pablo de Tarso relata cinco ministerios: el de apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro. En la Primera Epístola a Timoteo (capítulo 3, versículos 1-13) precisa las cualificaciones para el ministerio.[3] Las principales virtudes requeridas son la sinceridad, la fidelidad conyugal, la templanza, la sobriedad y la hospitalidad.
En el catolicismo, el ministerio designa a los miembros del clero, ya sea el diácono, el sacerdote, el obispo, el cardenal o el papa.[4]
En las iglesias protestantes, y en particular en las reformadas, el ministerio designa a los fieles llamados a ejercer un ministerio, es decir, una función reconocida al servicio de la Iglesia local o nacional.[5]
Es así porque el ministerio pastoral no es la única función eclesiástica que se considera orgánicamente necesaria para la Iglesia y su misión. En la eclesiología de Martin Bucer y Jean Calvin, junto a los pastores existe un lugar para los ancianos, los doctores y los diáconos. En resumen, los pastores predican, los ancianos dirigen, los doctores enseñan y los diáconos ayudan a los pobres.
El ministerio del obispo, con funciones de supervisión sobre un grupo de pastores, está presente en algunas denominaciones cristianas protestantes.[6]
En el cristianismo evangélico, el ministerio se direcciona a todo creyente nacido de nuevo que tenga una llamada de Dios. Están los ministros instituidos de pastor, diácono, líder de alabanza (Kantor) y evangelista.[7] También pueden estar presentes otros ministerios, como el anciano con funciones similares al de pastor.[8] En varias comunidades, la iglesia está dirigida por un consejo de ancianos, con un fuerte énfasis en la colegialidad.[9] Cuando hay pastor, es solo uno de los miembros del consejo, sin autoridad superior. El ministerio de obispo con una función de supervisión de las iglesias a escala regional o nacional está presente en todas las denominaciones cristianas evangélicas, aunque los títulos de presidente del consejo o de supervisor general se utilizan predominantemente para esta función.[10][11] El término obispo se usa explícitamente en determinadas denominaciones.[12] En algunas iglesias del movimiento de la Nueva Reforma Apostólica, hay presencia de cinco ministerios, los de apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro.[13]
La formación de los ministros se realiza en un instituto de teología evangélica por un período de entre un año (certificado) a cuatro años (licenciado, maestría) en teología evangélica.[14] Los ministros pueden casarse y tener hijos.[15] El pastor suele ser ordenado en una ceremonia llamada consagración pastoral.[16][17]
Algunas denominaciones cristianas evangélicas permiten oficialmente el ministerio pastoral de mujeres en las iglesias.[18] La primera mujer baptista que fue consagrada pastora fue la norteamericana Clarissa Danforth en la denominación Baptistas libres (Free Will Baptist) en 1815.[19] Posteriormente, también se llevaron a cabo otras ordenaciones de pastoras en varias denominaciones. En 1882, en las Iglesias Bautistas Americanas EE. UU.,[20] en las Asambleas de Dios de los Estados Unidos, en 1927,[21] en 1965, en la Convención Bautista Nacional, EE. UU.,[22] en 1969, en la Convención Bautista Nacional Progresista,[23] y en 1975, en la Iglesia Cuadrangular.[24]