La modulación en música tonal es el cambio de una tonalidad a otra durante el desarrollo de una obra, sin indicarlo con doble barra. Se requiere una cadencia que confirma unívocamente la transición hacia la nueva tonalidad, si no se trataría simplemente de una desviación pasajera.[1][2] Las modulaciones pueden ser estables o pasajeras, así como diatónicas, cromáticas o enarmónicas.[3] Con frecuencia se modula hacia los tonos vecinos, pero también puede ser por cambio de modo[3] o por terceras (cromáticas y enarmónicas).
En el siglo XVI Adrian Willaert fue el primer compositor en aplicar modulaciones en el sentido actual.[4] Existe una terminología que aparece en manuales antiguos de música en la que se denomina:
Existen cinco formas de modular:[¿según quién?]
Las tonalidades vecinas son las que más cerca están de la tonalidad principal y son aquellas para las que son necesarias menos alteraciones para el cambio:
Otras formas de modular, refiriéndose este término tanto al cambio de tono como de modo, pueden incluir las siguientes:
Sucede entre tonalidades vecinas, es decir, con pocas alteraciones de diferencia. Puede ir desde ninguna diferencia (por ejemplo ir al relativo), hasta aquel tono y modo en el que solo haya un acorde común. Lo normal es emplear la cadencia completa (subdominante, dominante y tónica) de la nueva tonalidad, estas funciones aparecen con acordes que son ambiguos de ambas tonalidades, hasta la dominante donde suele aparecer la sensible. Por ejemplo, do mayor comparte todos sus acordes con el relativo y comparte los acordes sobre los grados I, III, V y VI en caso de modular hacia la dominante (diferencia de uno). Sucede igualmente si se tratase de una diferencia en menos, como al cambiar a fa mayor con el si bemol, donde hay igual número de acordes en común aunque sobre los grados I, II, IV, VI. Para desplazarse a una tonalidad con dos diferencias como a re mayor se utilizan los acordes comunes sobre los grados III y V. No existen acordes puentes para tres diferencias, siendo esta una forma de modulación limitada por la existencia de acordes comunes llamados acordes puentes.
Sucede cuando se emplea un mismo acorde, cambiando solo una nota que se eleva o se baja un semitono. Es por tanto mediante la alteración de esta nota que pasa normalmente a actuar como sensible de la nueva tonalidad como se establece un nuevo centro tonal. Muchas veces es utilizada como simple adorno (enfatización o tonalización), y en ocasiones juega con las expectativas llegando a no resolver en tónica (normalmente haciendo cadencia rota en la tónica esperada). Al igual que la modulación por acordes puentes, se produce bien entre ciertas tonalidades y no tan bien entre otras, sin embargo no presenta tantas limitaciones como esta o la enarmónica.
Sucede cuando se enarmoniza un sonido, es decir cuando cambia en su escritura, lo cual conlleva implicaciones funcionales donde la escritura corresponde con una forma nueva de ordenar los sonidos de acuerdo a un nuevo centro tonal y jerarquía entre los sonidos. En la tonalidad en sentido clásico, existe esta jerarquización teniendo preponderancia la tónica y la dominante (siglos XVII-XVIII) y también la subdominante (siglos XV-XX). Este tipo de modulación se da entre tonalidades muy alejadas.
Las modulaciones más sencillas al tercer y cuarto círculo ascendentes son aquellas que se obtienen por el aprovechamiento de la afinidad de las tonalidades homónimas (la menor/la mayor y mi menor/mi mayor), similitud basada en la igualdad de la tónica de ambos modos y del acorde de dominante.
Si el acorde de dominante apareciera solo puede ser seguido tanto del acorde del grado I de cualquiera de los dos modos, pero si procede de la tonalidad menor, es necesario hacer retroceder las condiciones del modo menor para liquidarlas[aclaración requerida] y presentar el acorde de manera que posea la libertad suficiente para inclinarse hacia el modo menor o el modo mayor.
El proceso de modulación presenta tres pasos a seguir: