En el diseño de automóviles, la disposición con motor trasero se caracteriza por colocar el motor en la parte posterior del vehículo, de forma que el centro de masas del propulsor se localiza por detrás del eje trasero,[1] aunque también es habitual considerar en esta categoría a aquellos vehículos cuyo motor está situado simplemente junto al eje trasero. Por lo general, casi siempre tienen una configuración automotriz con tracción trasera, aunque algunos modelos disponen de tracción en las cuatro ruedas.
Posición del centro de masas respecto al eje trasero: el motor puede ser:
Trasero: el centro de masas del motor se coloca entre el eje de las ruedas traseras y el parachoques trasero, de modo que le confiera características dinámicas simétricas a las de un motor delantero.
Trasero central: el centro de masas del motor se coloca entre el eje de las ruedas traseras y el habitáculo, obteniéndose características dinámicas más similares a las de un motor central.
Tracción: la tracción con este tipo de motor puede ser:
Entre sus principales ventajas, se pueden citar:[1]
Se puede aumentar la capacidad de carga y el espacio disponible para los pasajeros, dado que no es necesario un túnel para la transmisión, y el suelo del vehículo puede ser plano.[3]
Tracción trasera: tener el motor ubicado sobre las ruedas motrices aumenta el agarre sobre superficies deslizantes.[4]
Simplicidad de fabricación. El motor está cerca de las ruedas motrices y la transmisión se puede fusionar con el diferencial para ahorrar espacio.
La posición del bloque del motor por detrás del habitáculo, hace que en caso de colisión frontal se pueda adoptar un diseño estructural del morro del automóvil que se comporte eficazmente para absorber el impacto.
Entre sus principales inconvenientes, se tiene que:
No es adecuado para alojar motores de gran longitud (de 8 o más cilindros).
Las condiciones de ventilación del motor son peores que en el caso de un motor delantero, puesto que al hallarse en la parte trasera la disipación del calor se debe confiar al flujo de aire generado por la depresión aerodinámica producida por el movimiento del vehículo en su parte posterior.
El espacio dificulta una correcta insonorización del motor.
La reducida distancia entre el motor y el escape posterior supone un mayores niveles del sonido generado, dificultando además la instalación de catalizadores.
Las vibraciones procedentes del motor y del diferencial se concentran en el mismo eje.
Los vehículos con motor trasero tienden a ser sobreviradores.
La palanca del cambio está muy alejada de la caja de cambios, lo que obliga a diseñar complejos sistemas de accionamiento.
El centro de gravedad retrasado, hace que en caso de viento lateral el vehículo presente un efecto de guiñada en el mismo sentido que sopla el viento.
Este diseño se hizo popular en automóviles pequeños y económicos y en vehículos comerciales ligeros, especialmente en la década de 1960. Hoy en día, la mayoría de los fabricantes de automóviles han abandonado este diseño, aunque se sigue usando en algunos automóviles deportivos,[5] como el Porsche 911. También se utiliza en algunas aplicaciones de coches de carreras,[6] autobuses de piso bajo, autobuses escolares y microcoches como el Smart Fortwo. Algunos coches eléctricos cuentan con motores delanteros y traseros para impulsar las cuatro ruedas.[7]
↑ÁGUEDA CASADO, EDUARDO, GARCÍA JIMÉNEZ, JOSÉ LUIS, GÓMEZ MORALES, TOMÁS, JOAQUÍN GONZÁLO GRACIA, MARTÍN NAVARRO, JOSÉ (2014). Mecánica del vehículo. Ediciones Paraninfo, S.A. pp. 122 de 256. ISBN9788428335850. Consultado el 23 de agosto de 2020.