New criticism ("Nueva crítica", en idioma inglés) o formalismo norteamericano es una corriente de la teoría literaria del siglo XX, originada en el sur de los Estados Unidos. Propone una lectura "interior" del texto (close reading), que preste particular atención a sus ambigüedades y contradicciones internas, propiamente lingüísticas y literarias, con la voluntad de excluir los componentes históricos y psicológicos de los estudios literarios, en la creencia de que hay que analizar la obra en sí, lo que era en gran medida la clave del formalismo ruso. En reacción clara a este movimiento surgió, años más tarde, el neohistoricismo.
Las obras del académico de la Cambridge I. A. Richards, especialmente su Crítica práctica, Los principios de la crítica literaria y El significado del significado, que ofrecían lo que se pretendía un enfoque científico empírico, fueron importantes para el desarrollo de una metodología de la Nueva Crítica.[1] Cleanth Brooks, John Crowe Ransom y W. K. Wimsatt también hicieron contribuciones significativas a la Nueva Crítica. Fue Wimsatt quien dio la idea de falacia intencional y afectiva. También fueron muy influyentes los ensayos críticos de T. S. Eliot, como «La tradición y el talento individual» y «Hamlet y sus problemas», en los que Eliot desarrolló sus nociones de «teoría de la impersonalidad» y «correlativo objetivo» respectivamente. Los juicios valorativos de Eliot, como su condena de Milton y Dryden, su gusto por los llamados poetas metafísicos y su insistencia en que la poesía debe ser impersonal, influyeron enormemente en la formación del canon de la Nueva Crítica.
Es un movimiento formalista que surge en Estados Unidos entre la década de 1930 y 1940 y ganó importancia entre 1940 y 1960, alcanzando la máxima representación en la enseñanza americana. John Crowe Ranson le da nombre al movimiento en The New Criticism (1941), un libro sobre Yvor Winters y T. S. Eliot, entre otros. Es una escuela independiente del formalismo ruso, aunque se sitúa en la misma línea de inmanentismo crítico; se diferencia del formalismo ruso en que van más allá de él buscando lo humano universal, no lo humano individual. Pero el poema es impenetrable racionalmente y se concibe orgánicamente (no hay separación entre forma y contenido).
Entre los autores principales del movimiento new criticism están una serie de críticos estadounidenses e ingleses muy diferentes entre sí (pues no constituyen una escuela propiamente dicha): T. S. Eliot, F. R. Leavis, I. A. Richards, Charles Kay Ogden, W. K. Wimsatt, William Empson, Robert Penn Warren, John Crowe Ransom, Cleanth Brooks etc.
En los años treinta, con independencia de lo que pasaba en la Europa continental y lo que había pasado en el formalismo ruso y checo, hay una serie de autores que se plantean una crítica profesoral, es decir, una crítica literaria que fuera transmisible de profesor a alumno y pudiera educar el gusto para distinguir lo que es buena literatura de lo que no lo es. Las primeras tendencias giran alrededor del nombre de John Crowe Ransom. Este autor denunciaba que la crítica académica estaba más preocupada por la erudición histórica que por la "técnica" de la poesía; por otro lado, esta escuela y estos primeros autores –precedentes del que será llamado new criticism- ven con preocupación el nacimiento de una crítica literaria marxista en Estados Unidos.
La crítica de T. S. Eliot, coherente con su concepción de la poesía, representará un papel importante en esta corriente crítica. Eliot defiende que sólo puede ser buen crítico aquel que tiene capacidad de creador, prejuicio que será atacado por el new criticism y que suele estar presente en los críticos que son a la vez creadores. Las aportaciones de Eliot a esta corriente son básicamente dos:
El denominador común de los autores del new criticism fue sistematizado por William K. Wimsatt en una serie de puntos que critican algunos supuestos de los estudios literarios tradicionales:
La doctrina de los nuevos críticos conduce a una conclusión próxima a la de los formalistas rusos en el sentido de abolir la tradicional diferencia entre una forma y un fondo. No es posible separar ambos conceptos puesto que los elementos de contenido reciben una elaboración formal y los elementos significantes reciben valores de significación o contenido. En el new criticism se llega a hablar de materiales, tanto de forma como de fondo, y de construcción a través de la cual se constituye el poema. En esto coincide con el formalismo ruso, pero se diferencia en todo lo demás. Si el new criticism opina que la construcción en el poema es algo a cuyo servicio está la manipulación, el formalismo ruso piensa que lo que constituye el poema es, precisamente, la manipulación, es decir, la literariedad.[2][3][4]
Con frecuencia se alegó que el New criticism trataba los textos literarios como autónomos y divorciados del contexto histórico, y que sus practicantes estaban "desinteresados por el significado humano, la función social y el efecto de la literatura" [5][6]
Indicativo de la escuela teórica del lector-respuesta, Terence Hawkes escribe que la técnica fundamental de la lectura atenta se basa en la suposición de que "el sujeto y el objeto de estudio -el lector y el texto- son formas estables e independientes, en lugar de productos del proceso inconsciente de significación", suposición que identifica como la "ideología del humanismo liberal", que se atribuye a los Nuevos Críticos, a quienes "se acusa de intentar disfrazar los intereses en juego en sus procesos críticos. "[6] Para Hawkes, lo ideal sería que se considerara que un crítico "[crea] la obra acabada mediante su lectura de la misma, y [no] permanece simplemente como un consumidor inerte de un producto 'ya hecho'."[6]
En respuesta a críticos como Hawkes, Cleanth Brooks, en su ensayo "The New Criticism" (1979), argumentó que el New criticism no era diametralmente opuesta a los principios generales de la teoría del lector-respuesta y que ambas podían complementarse. Por ejemplo, afirmó: "Si algunos de los Nuevos Críticos han preferido hacer hincapié en la escritura más que en el escritor, también han hecho menos hincapié en el lector, en la respuesta del lector a la obra. Sin embargo, nadie en su sano juicio podría olvidar al lector. Es esencial para "realizar" cualquier poema o novela. ... Sin duda, merece la pena estudiar la respuesta del lector". Sin embargo, Brooks matiza sus elogios a la teoría de la respuesta del lector señalando sus limitaciones: "Poner el significado y la valoración de una obra literaria a merced de todos y cada uno de los individuos [lectores] reduciría el estudio de la literatura a la psicología del lector y a la historia del gusto".[7]
El análisis temático-estructural del hispanismo británico ejercido sobre el teatro del Siglo de Oro es un procedimiento derivado de la Nueva Crítica; derivó de Edward M. Wilson, fue consolidado por Alexander A. Parker y completado por Robert Pring-Mill.