El movimiento partisano en la Unión Soviética comenzó el 3 de julio de 1941, cuando Stalin hizo un llamamiento por radio a la concentración de un gran movimiento guerrillero contra el avance del Frente Oriental.[1] Sin embargo, pasó algún tiempo hasta que hiciera mella en el frente alemán. Los primeros focos de resistencia de grupos partisanos se encontraron con salvajes represalias alemanas contra la población nativa: en Bielorrusia, en un solo mes, la 707.ª División del Grupo de Ejércitos del Centro fusiló a casi 10.500 partisanos en venganza por la muerte de dos soldados.
Stalin impuso una estructura centralizada en el movimiento partisano en primavera de 1942, tras la ofensiva invernal soviética. Asimismo, los oficiales del Ejército Rojo, funcionarios del partido comunista y el NKVD, impusieron una disciplina similar a la militar.
En zonas donde la presencia alemana era limitada, y en terrenos pantanosos o de bosques densos, que se prestaban para la actividad guerrillera, proliferaron las regiones partisanas. Se estima que durante el invierno de 1942 y 1943, hasta un 60% de Bielorrusia estaba controlada por partisanos. Otras regiones partisanas eran las de Pórjov, al sur de Leningrado, y los bosques alrededor de Briansk, al sudeste de Moscú. En la región de Oriol, unos 18,000 partisanos controlaban una zona con casi 500 pueblos y pistas de aterrizaje para evacuar a los heridos y proporcionar abastecimiento.
Desde principios de 1943, los partisanos llevaron a cabo una guerra ferroviaria en coordinación con el Ejército Rojo, tras las líneas alemanas. Un claro ejemplo es la Operación Bagration, donde el movimiento partisano obstruyó un poco la movilidad del Grupo de Ejércitos Centro, aunque sin poder evitar su retirada, realizando 679 ataques que dañaron 105 locomotoras y volando 44 puentes. Los efectos psicológicos de estos ataques en las tropas alemanas fueron regulares. Las medidas que se tomaron para contrarrestarlos incluían la tala de árboles y la limpieza de matorrales en distancias de hasta 230 metros a ambos lados de la vía. Las líneas se mantenían despejadas por el día mediante patrullas y fortines, pero por la noche, los partisanos ponían más minas y destruían tramos de vía cada vez más largos. Los alemanes tomaron medidas brutales en represalia, como fusilamientos en masa. El movimiento partisano llegó a su fin en 1944, tras la Operación Bagration, cuando el Ejército Rojo liberó la última región ocupada de la Unión Soviética y absorbió a muchos de los partisanos.