En debate o retórica, la pendiente resbaladiza es una de las teorías informales clásicas. Sugiere que una acción iniciará una cadena de eventos que culminarán en un evento posterior predecible, sin establecer o cuantificar las contingencias relevantes. El argumento se conoce también como el efecto dominó. Para evitar caer en la falacia se deben aportar argumentos para la conexión entre los sucesos y tener en cuenta que a medida que se desencadenan más sucesos la probabilidad de que estos ocurran es siempre menor.
Este tipo de argumentación es beneficiosa en demagogia ya que aprovechando el sesgo de falsa vivencia consigue despertar la paranoia y el miedo en los receptores. La probabilidad de un suceso no implica su certeza.
Suele utilizarse también con la falacia del hombre de paja de la siguiente manera:
La conexión entre el suceso A y suceso B puede ser falaz o no serlo y depende de si se aportan suficientes argumentos.[1]
El argumento toma una de varias formas semánticas:
El jurista y escritor Eugene Volokh analiza varios tipos de pendientes.[2] Volokoh usa el siguiente ejemplo: "el registro de armas puede conducir a la confiscación de armas" para describir seis tipos de pendientes.
La cuestión es que se está dando como un hecho que dichas premisas, es decir, que el registro de armas conllevará prácticamente de forma ineludible las consecuencias mencionadas. Si es así estamos ante un argumento sólido. Si no es así, puesto que dichas premisas son improbables e incluso imposibles, estaremos ante una falacia de la pendiente resbaladiza.
La pendiente resbaladiza también puede ser utilizada para replicar al establecimiento de límites o limitaciones arbitrarias. Por ejemplo, alguien puede argumentar que los precios de alquileres deben mantenerse en $1.000 o menos al mes para que puedan ser costeados por los inquilinos en un área de la ciudad. Una réplica invocando a la pendiente resbaladiza puede ir en dos direcciones diferentes:
Una "pendiente resbaladiza" política muy común es la negociación con terroristas. El argumento es que si el gobierno negocia con terroristas, entonces el gobierno reconoce que el grupo terrorista tiene poder, el terrorismo sería visto como un método que produce resultados y por lo tanto será más prevalente como forma de ganar poder y forzar a los gobiernos a conceder demandas. Este argumento es razonable, pero para ser válido debe estar respaldado con evidencia que lo apoye relacionada con las premisas hechas. De manera similar, las decisiones judiciales deben ser consideradas en término de las consecuencias de los precedentes legales que crean, y las decisiones de política exterior en términos del efecto en la credibilidad.
El corazón de esta falacia, también llamada falacia del efecto dominó, está en el abuso de las transiciones apreciables intuitivamente de las implicaciones, afirmando que A lleva a B, B lleva a C, C lleva a D y así sucesivamente, hasta que finalmente se afirma que A lleva a Z. Mientras que esto es formalmente válido cuando las premisas son tomadas como un hecho, cada una de estas contingencias necesita ser establecida de hecho antes de que una conclusión relevante pueda ocurrir. La pendiente resbaladiza ocurre cuando esto no es hecho. Dicho esto, cabe aclarar que un argumento que apoya la premisa relevante no es una falacia y no es una pendiente resbaladiza en la definición técnica del término.
A menudo se ofrecen una larga serie de eventos intermedios como los mecanismos de conexión para llegar de A a B, desde un comienzo aparentemente inofensivo hasta un desenlace totalmente indeseable. Esta falacia da por ciertas las consecuencias que no son seguras y a veces ni siquiera probables.[3]
Un ejemplo de esta falacia se da en las discusiones sobre la diversidad sexual. Cuando se discute sobre la aceptación de, por ejemplo, matrimonio igualitario, sus detractores pueden aplicar la falacia, presentando la idea de que esto puede desencadenar una serie de eventos que al final, terminarán por generar la aceptación de actos indeseables como la pederastia, o la zoofilia. Esto no se sigue, pues no existe relación alguna entre la tolerancia a la diversidad sexual y la normalización de actos ilícitos como la pederastia. De hecho, mientras la aceptación a la diversidad sexual ha ido aumentando, la pedofilia, entre otras parafilias, ha sido cada vez más duramente condenada en la sociedad occidental. [4]