Una piedra balanceante, piedra oscilante, piedra temblante o piedra de abalar (del gallego, pedra de abalar) es una roca de cierto tamaño que está en un equilibrio tal, que la aplicación de una pequeña fuerza, ya sea por el viento o por una persona, en alguno de sus puntos hace que se mueva u oscile.
Generalmente son de origen natural, formadas por erosión o por efecto de los glaciares, pero en otros casos son megalitos realizados por el hombre.
Existe una amplia variedad de creencias asociadas con estas piedras. Debido a su extraña naturaleza, las piedras balanceantes u oscilantes, a veces, tenían un culto mágico-religioso al que se asociaban principalmente por sus poderes adivinatorios, pero también por ritos de paso, sanaciones, brujería o druidismo. Las piedras que se movían con el viento se podían utilizar en algunos casos para determinar la culpabilidad o inocencia de un acusado.
Aunque se encuentran en todo el mundo, son especialmente interesantes, por su importancia etnográfica y antropológica las existentes en España, sobre todo en Galicia, Francia o Gran Bretaña.
En el noroeste de España, existen varias piedras oscilantes situadas principalmente cerca de la costa, por lo que su formación es producto de la erosión salina que crea alvéolos de disolución en el exterior, dándoles con el tiempo una forma redondeada y surgiendo puntos de apoyo que no eran los iniciales.
Es piedra oscilante:
Entre las piedras de abalar gallegas más famosas se encuentran:
Se han encontrado estas piedras principalmente en Bretaña y en el Macizo Central.
Existen muchas leyendas: