La posesión espiritual es una de las dos formas de manifestación espiritual, junto con la canalización espiritual. Es un concepto de creencia paranormal, sobrenatural, de superstición o algunas religiones como el cristianismo, en que almas, espíritus, dioses, démones, demonios, ánimas, o de otras entidades desencarnadas tal vez puedan tomar o controlar un cuerpo humano, resultando en cambios perceptibles en el comportamiento. El concepto de posesión espiritual existe en el cristianismo[1] y otras religiones contemporáneas y también se puede ver en mitología y el folclore de muchas culturas.
La posesión espiritual puede ser involuntaria, cuando una persona se siente poseída contra su voluntad, conocida como Posesión Demoníaca. O puede ser voluntaria cuando es practicada intencionalmente y sus adeptos son incorporados o poseídos como ocurre en los Cultos de Posesión.[2]
Algunos individuos que practican demonología invocan los demonios, teniendo por invitación su espíritu en sí mismos como parte del culto.
La posesión demoníaca no es un diagnóstico psiquiátrico o médico válido ni reconocido por el DSM-IV y CID-10. Aquellos que profesan la creencia en posesiones demoníacas a veces describen síntomas que son comunes a varias enfermedades mentales, como histeria, manía, psicosis, síndrome de Tourette, epilepsia, esquizofrenia o trastorno de identidad disociativo.[3][4][5] En casos de trastorno de identidad disociativo en el que se pone en duda la personalidad de su identidad, 29% son relatados como posesiones de demonios.[6] Además, hay una forma de monomanía denominada "demoniomanía" o "demonopatía" en que el paciente cree que está poseído por uno o más demonios.
La ilusión de que el exorcismo funciona en personas con síntomas de posesión es atribuida por algunos al efecto placebo y al poder de la sugestión.[7] Algunas personas supuestamente poseídas son realmente narcisistas o sufren de baja autoestima y actúan como una "persona poseída por un demonio", con el fin de llamar la atención.[3]