El principio de Ana Karenina fue popularizado por Jared Diamond en su libro Armas, gérmenes y acero, y describe un evento en que una deficiencia en cualquiera de los factores que lo integran lo condenaría al fracaso. En consecuencia, para que una empresa de esta naturaleza sea exitosa, cada posible deficiencia debe ser evitada.
El nombre del principio deriva del libro Ana Karenina de León Tolstói, el cual empieza de la siguiente manera:
«Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera».León Tolstói (Ana Karenina)
En otras palabras, para ser feliz, una familia debe ser exitosa en cada uno de ciertos factores, por ejemplo: atracción sexual, dinero, crianza, religión, etc.. La deficiencia en uno solo de estos factores llevará a la infelicidad. Por lo tanto, existen más vías para que una familia sea infeliz que para lograr ser feliz.
El Principio de Ana Karenina fue popularizado por Jared Diamond en su libro Armas, gérmenes y acero.[1] Diamond usa este principio para ilustrar por qué tan pocos animales salvajes han sido domesticados con éxito a través de la historia, ya que una deficiencia en cualquiera de un gran número de factores puede tornar a una especie en indomesticable. Por lo tanto, todas las especies domesticadas con éxito no lo han sido tanto debido a un rasgo positivo particular como a una carencia de cualquier número de rasgos negativos posibles. El capítulo 9 de Armas, gérmenes y acero expone seis grupos de razones de la domesticación fracasada de animales. Son las siguientes:
Mucho antes, Aristóteles afirmó el mismo principio en Ética nicomáquea:
«Hay que añadir aún que de muchas maneras puede uno errar, pues el mal, como se lo representaban los pitagóricos, pertenece a lo infinito, y el bien a lo finito, y de una sola manera es el acierto. Por lo cual lo uno es fácil, lo otro difícil: fácil el fallar la mira, difícil el dar en ella. Y por esto, en fin, es propio del vicio el exceso y el defecto, y de la virtud la posición intermedia: los buenos lo son de un modo único, y de todos los modos los malos».
Vladímir Arnold en su libro Teoría de las catástrofes describe el Principio de fragilidad de cosas buenas que en cierto modo complementa el Principio de Ana Karenina: los sistemas «buenos» deben cumplir simultáneamente con varios requisitos; por lo tanto, son más frágiles:
«...para los sistemas que pertenecen a la singular parte de la frontera de estabilidad, un pequeño cambio de parámetros es más probable que envíe el sistema a una región inestable que a una región estable. Esta es una manifestación de un principio general que sostiene que las cosas buenas (e.i. estabilidad) son más frágiles que las cosas malas. Al parecer, ante situaciones buenas un número de requisitos debe mantenerse simultáneamente, mientras que para llamar una situación como mala una sola falla es suficiente».