La prostitución en Guinea-Bisáu es habitual y no existen leyes al respecto.[1] En 2016 se estimó que había más de 3 000 prostitutas en el país.[2] A menudo está asociada a otros delitos. Según los informes, muchos proxenetas son también traficantes de drogas. La pobreza lleva a muchas mujeres a caer en la tentación de la prostitución y la adicción a la cocaína.[3]
Muchas de las prostitutas de la capital, Bisáu, y de otras ciudades del país, son mujeres manjako de Caio, en la región de Cacheu.[4][5] Suelen tener más de 30 años y esperan a los clientes en habitaciones designadas en sus casas. De vez en cuando van a un bar local en busca de clientes.[4] Las prostitutas de Caio también viajan a Ziguinchor (Senegal) y Banjul (Gambia) para trabajar.[5]
Las prostitutas más jóvenes de las ciudades suelen trabajar en bares.[3]
Se han denunciado casos de turismo sexual infantil en las islas Bijagós.[6]
Al igual que otros países del África subsahariana, el VIH es un problema en el país.[7] La prevalencia entre adultos es del 3,1%.[8]
El uso del preservativo entre profesionales del sexo es irregular,[3] lo que ha llevado a una prevalencia del VIH entre este grupo de personas del 39%.[9]
La prostitución infantil es un problema en el país. Muchas niñas se prostituyen para sobrevivir. La actividad tiene lugar principalmente en clubes, bares y hoteles. El gobierno toma pocas medidas y confía en las ONG para tratar de solucionar el problema.[10]
Entre 2000 y 2004 se denunciaron casos de turismo sexual infantil en las islas Bijagós.[6]
Guinea-Bisáu es un país de origen de niños sometidos al tráfico sexual. No está claro hasta qué punto los adultos son sometidos a prostitución forzada. Las niñas bisauguineanas son objeto de tráfico sexual infantil en Guinea y Senegal.[6]
La Oficina de Vigilancia y Lucha contra la Trata de Personas del Departamento de Estado de Estados Unidos clasificó en 2018 a Guinea-Bisáu como país de "nivel 2" en la lista de vigilancia.[11]