Por refinanciación se puede hacer referencia al acto de reemplazar una obligación de deuda existente por otra obligación de deuda bajo diferentes términos. Los términos y condiciones de la refinanciación pueden variar ampliamente en función del país, provincia o estado, así como sobre la base de multitud de factores económicos como el riesgo inherente, el riesgo proyectado, la estabilidad política del país, la estabilidad de la divisa, la regulación bancaria, la capacidad de repago del prestatario y la calificación de crédito de un país.[1]
Si la sustitución de la deuda se produce en una crisis financiera, la refinanciación puede denominarse reestructuración de la deuda.
Un préstamo (deuda) puede refinanciarse por diversas razones:
Algunos préstamos a vencimiento fijo tienen penalizaciones (condiciones de amortización anticipada) que entran en vigor en caso de amortización anticipada parcial o total del préstamo, así como gastos de cierre.[2][3][4] La refinanciación también conlleva gastos de transacción.[5][6] Estas comisiones deben calcularse antes de refinanciar el préstamo, ya que pueden anular cualquier ahorro obtenido con la refinanciación. Las penalizaciones sólo se aplican a los préstamos reembolsados antes de la fecha de vencimiento.[7] Si el préstamo se reembolsa al vencimiento, se trata de una nueva financiación, no de una refinanciación, y todas las condiciones de la obligación anterior cesan cuando el producto de la nueva financiación liquida la deuda anterior.[8]
Si el préstamo refinanciado tiene el mismo tipo de interés que el anterior pero un plazo más largo, aumentará el coste total de los intereses a lo largo de la vida del préstamo y dejará al prestatario endeudado durante años.[9] Normalmente, un préstamo refinanciado tiene un tipo de interés más bajo. Este tipo de interés más bajo, combinado con el nuevo plazo más largo del préstamo, se traducirá en pagos más bajos.