Un refugio marítimo hace referencia a un puerto costero protegido de forma natural, o bien a una cala o bahía con una profundidad y características concretas que permiten anclar o amarrar una embarcación y brindarle protección contra el viento, las corrientes y el oleaje.[1] Un refugio puede ser tanto natural como artificial, siendo este último construido mediante el uso de malecones, embarcaderos o rompeolas.[2] Un ejemplo de refugio naval artificial es el puerto de Long Beach en California (Estados Unidos), que solía ser una serie de marismas y llanuras de marea demasiado poco profundas para los barcos mercantes modernos antes de que se dragara por primera vez a principios del siglo XX.[3]
Desde sus comienzos, la navegación empleó determinados lugares costeros, como bahías, ensenadas o desembocaduras de ríos, que ofrecieron refugios seguros para atracar las embarcaciones primitivas. Los pueblos navegantes como fenicios, griegos, vikingos y polinesios dieron uso a estos lugares privilegiados para el desarrollo del comercio, actos de piratería y migraciones. El pueblo fenicio dotó de faros a los refugios naturales para favorecer los viajes nocturnos, dando inicio a la construcción de puertos artificiales. De este modo, en el siglo XIII a. C., construyeron puertos de piedra en Tiro y Sidón con una técnica pulida.[4] Uno de los principales puertos artificiales de la antigüedad fue el de Alejandría, levantado en el año 331 a. C. ante la necesidad de proteger sus embarcaciones.[5] Con el posterior crecimiento del tráfico marítimo, los refugios marítimos dieron cabida a instalaciones que satisfacían las necesidades técnicas y comerciales, como es el caso de los puertos medievales del mar del Norte o ciudades mediterráneas como Génova, Venecia o Barcelona.[4]
El descubrimiento de América y la posterior apertura de nuevas rutas marítimas y comerciales aumentó el tamaño y calado de los buques, lo que obligó desde el siglo XVI a la construcción de muelles para facilitar la carga y descarga de mercancías. En el siglo XIX, el desarrollo de los buques de vapor, sustituyendo la propulsión por viento, permitió aumentar notablemente el tonelaje y la capacidad de carga de las embarcaciones, por lo que los puertos tuvieron que modernizarse en consecuencia.[4]
Durante toda la historia de la navegación ha sido común que piratas y bucaneros aprovecharan los refugios marítimos naturales para guarecerse. Un ejemplo es el caso de Port Royal, que en un inicio fue conquistado por Inglaterra en 1665. Estos construyeron un fuerte en el sur de la isla de Jamaica aprovechando un refugio costero natural. Ante la poca población del pueblo cercano a la fortificación, los colonos invitaron a piratas para asentarse en el refugio marítimo y así contar con defensa contra los ataques españoles. La ocupación de bucaneros aumentó debido a las condiciones favorables del puerto natural, que contaba con la profundidad adecuada para proteger a los barcos fondeados.[8]
Se pueden encontrar tanto refugios marítimos naturales como artificiales. Ambos presentan características diferentes, aunque pueden proporcionar la misma función. Mientras que algunos países protegen sus puertos naturales con tal de conservar el entorno, otros emplean refugios artificiales para emplear instalaciones más productivas. Algunos ejemplos de refugios manipulados por el ser humano incluyen el puerto de Róterdam en Países Bajos o el de Houston en Estados Unidos, mientras que algunos puertos naturales se pueden encontrar en Visakhapatnam (India) o Trincomalee (Sri Lanka). Otro tipo de refugio marítimo incluye los puertos libres de hielo, ubicados cerca del polo norte y sur, siendo algunos exponentes los ubicados en Hammerfest (Noruega) y Múrmansk (Rusia).[9]
Los puertos artificiales se construyen con frecuencia para ser utilizados como puertos. El puerto artificial más antiguo que se conoce es el del antiguo Egipto en Uadi al-Yarf, en la costa del Mar Rojo, que tiene al menos 4500 años de antigüedad (ca. 2600-2550 a. C., reinado del rey Khufu). El mayor puerto creado artificialmente es Jebel Ali en Dubái.[10] Otros puertos artificiales de gran tamaño y actividad son:
Los antiguos cartagineses construyeron puertos artificiales fortificados llamados cothon.
Un puerto natural es una forma terrestre en la que una sección de una masa de agua está protegida y es lo suficientemente profunda como para permitir el anclaje. Muchos de estos puertos son rías. Los puertos naturales han sido durante mucho tiempo de gran importancia estratégica naval y económica, y muchas grandes ciudades del mundo están situadas en ellos. Disponer de un puerto protegido reduce o elimina la necesidad de rompeolas, ya que el oleaje dentro del puerto será más tranquilo. Algunos ejemplos son:
Los refugios marítimos naturales suelen situarse en bahías o ensenadas dadas sus características. Una bahía consiste en una entrada de agua rodeada por tierra menos por una apertura; un refugio marítimo destacado en una bahía es el puerto de Cádiz en España.[11] Por otra parte, una ensenada presenta similitud con la bahía pero a un tamaño más reducido. Estas se originan en zonas donde las franjas de roca con resistencia a las inclemencias se colocan de forma paralela a la costa. Se forman mediante distintas líneas de rocas, siendo las exteriores y con contacto al mar más resistentes (como roca ígnea o caliza), mientras que en el interior se deposita arena o arcilla.[12]