El republicanismo irlandés (gaélico: Poblachtánachas; inglés: Irish Republicanism) es una ideología basada en la defensa de una república única para toda Irlanda, con variaciones que van desde el Estado unitario, a la federación o confederación de las cuatro provincias históricas de la isla.
En 1800 los reinos de Gran Bretaña e Irlanda se fundieron para crear el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda por el Acta de Unión.[1] Este documento ponía fin a varios siglos de conquista inglesa y resistencia irlandesa, una vez que ambas Coronas fueran unidas personalmente en el rey de Inglaterra en 1542.[2][3] La aparición del sentimiento nacionalista y democrático en Europa tuvo su reflejo en Irlanda en la emergencia del movimiento republicano, opuesto al dominio, primero inglés y luego británico, en la isla. La discriminación de la que era objeto la población católica, mayoritaria en la isla, el desprecio hacia la cultura nativa y el retraso económico irlandés con respecto al Reino Unido pueden citarse como los principales factores de oposición.
Se suele establecer habitualmente una diferencia entre el nacionalismo irlandés en general, y el republicanismo en particular. El término nacionalismo se utiliza para designar cualquier forma del sentimiento nacional, incluyendo las culturales; en términos políticos define a una serie de tendencias partidarias de una mayor autonomía (aunque no necesariamente independencia) frente a Londres; y, en algunos casos, a movimientos secesionistas comprometidos con los métodos constitucionales. Por contra, el republicanismo se usa para referirse a movimientos que demandan independencia total bajo un gobierno republicano. Se suele asociar a movimientos dispuestos a emplear la fuerza física si fuera necesario y que, en general, defienden una perspectiva laica y no sectaria de este estado independiente, frente al movimiento nacionalista, caracterizado por una fuerte defensa de la religión católica. A partir de los siglos XIX y XX el republicanismo se asocia también con tendencias políticas de izquierdas, ya que muchas de sus figuras destacadas, como James Connolly, eran personas de ideología socialista o marxista.
El republicanismo irlandés nació a finales del siglo XVIII al calor de los movimientos revolucionarios de Francia y América del Norte, que sacudieron las conciencias políticas en todo el mundo. El pueblo irlandés siguió muy de cerca los acontecimientos, ya que como súbditos de la corona británica, sufrieron indirectamente las consecuencias de la guerra en América del Norte. Los republicanos irlandeses exigían reformas democráticas, independencia de Gran Bretaña y el fin de la discriminación contra los católicos y sus representantes más destacados fueron el grupo conocido como Society of the United Irishmen (Sociedad de los Irlandéses Unidos). Apoyados por el régimen republicano francés, en 1798 se levantaron en rebelión contra el gobierno británico. Irónicamente, los organizadores de la sublevación fueron protestantes liberales como Theobald Wolfe Tone o los propios directores de la Society;[4] todos ellos preconizaban la unión de los católicos y protestantes como elemento esencial en su agenda. Posteriormente, aunque algunos destacados protestantes abogaron por la autonomía o la independencia de Irlanda, tales como Roger Casement o Charles Stewart Parnell, el movimiento independentista fue gradualmente quedando en manos de los católicos. Gradualmente además se fue entroncando dicho movimiento con la reivindicación de las raíces gaélicas de la cultura irlandesa.
El fracaso de 1798 trajo como consecuencia el Acta de Unión de 1800, y un mayor rigor frente a movimientos independentistas posteriores. A la rebelión de 1798 le siguieron otras revueltas: la de Robert Emmet de 1803, la encabezada por el movimiento de la "Joven Irlanda" en 1848 y las protagonizadas por la Hermandad Feniana en 1865 y 1867. Todas ellas fueron sofocadas de forma contundente por las fuerzas británicas.
En 1916, varios grupos republicanos organizaron el Alzamiento de Pascua en Dublín (24-30 de abril). El alzamiento fue derrotado tras solo seis días de combates, con 82 republicanos y 157 militares y policías muertos, y 16 republicanos ejecutados, entre ellos Patrick Pearse de la Hermandad Republicana Irlandesa y James Connolly del Ejército Ciudadano Irlandés. En los disturbios fallecieron igualmente 200 civiles.
La exagerada respuesta del Gobierno británico acabó suscitando la simpatía del pueblo irlandés hacia la causa rebelde, lo que acabó provocando el estallido de la Guerra anglo-irlandesa entre 1919-1922, en la que el empleo de tácticas de guerrilla por parte del Ejército Republicano Irlandés (comandado por Michael Collins y Richard Mulcahy) consiguió derrotar a las tropas de ocupación británica, la Real Policía Irlandesa[5] y los grupos paramilitares enviados por Londres (los Black and Tans y la División Auxiliar o Auxies).[6] Las acciones militares de los británicos contra civiles y prisioneros de guerra aumentaron aún más el apoyo popular hacia los republicanos irlandeses, que se autodenominaban entonces Óglaigh na hÉireann (Voluntarios Irlandeses), aunque serían más conocidos como Irish Republican Army (IRA; Ejército Republicano Irlandés).[7] Las tropas británicas llegaron a incendiar Cork en 1920[8] y mataron a treinta personas, todas ellas civiles inocentes, en el conocido como Domingo Sangriento de 1920, el 21 de noviembre de ese año.[9]
Finalmente, en 1921 el gobierno británico de David Lloyd George firmó el Tratado Anglo-Irlandés con Collins, Arthur Griffith, y otros líderes del IRA, dando lugar a la creación de la primera entidad independiente en la isla en varios siglos.
El tratado suscitó controversias entre los republicanos irlandeses. Sus defensores, como Collins y Griffith, afirmaban este era la mejor solución posible en aquel momento. Pero significaba la partición de la isla; 26 condados pasarían a formar parte del nuevo Estado Libre Irlandés, y los seis restantes permanecerían bajo dominio británico, formando Irlanda del Norte. Sin embargo, el punto que más polémica provocó fue la creación del Estado Libre Irlandés como un Dominio, regido nominalmente por el monarca del Reino Unido, Jorge V y dentro del marco del Imperio Británico. Además, tres puertos marítimos quedarían bajo control británico para mantener la ventaja estratégica de la Marina Real Británica.[10] Para muchos republicanos aceptar depender del Reino Unido, aunque fuera de forma simbólica, era una traición a los ideales republicanos de una Irlanda libre y soberana.
En la votación del Dáil Éireann el tratado se ratificó por 64 votos a favor, y 57 en contra. Los partidarios creían que el Tratado significaba un punto de partida hacia una República independiente. El presidente de la República Irlandesa, Éamon de Valera, contrario al tratado, abandonó el Daíl junto al resto de la oposición. El IRA se escindió entre los partidarios y detractores del tratado. El sector del IRA que apoyó el Tratado acabaría convirtiéndose en la base del Ejército del Estado Libre Irlandés. No obstante, la Ley de Gobierno de Irlanda de 1920 ya había dividido Irlanda en dos, con seis condados en Irlanda del Norte, y 26 en Irlanda del Sur, entidad provisional que existió desde el 3 de mayo de 1921 hasta el 6 de septiembre de 1922; así, el único cambio fue en la estructura del estado existente.
Finalmente, estalló una Guerra Civil entre pro y antitratadistas. En total, perecieron casi 4.000 soldados, además de numerosas bajas civiles.[11] La guerra acabó con la derrota final de los anti-tratadistas, y en ella fallecieron algunas de las más destacadas figuras de ambos bandos, incluido el propio Collins en una emboscada.[12] y el líder rebelde Liam Lynch. Su sucesor, Frank Aiken, ordenó el alto el fuego el 24 de mayo, aunque varios grupos del IRA Antitratado siguieron luchando durante varios meses, pese a la amnistía concedida por el gobierno del Estado Libre el 8 de noviembre de 1924. La guerra había acabado, pero sus heridas tardarían en cicatrizar. Los antitratadistas se agruparon en torno a la figura de Eamon de Valera, mientras que los partidarios del tratado estarían representados por W.T. Cosgrave.
Éamon de Valera convenció a la mayor parte de los contrarios al tratado, enmarcados en el Sinn Féin, de participar en la política del nuevo estado, y en 1926 formaron Fianna Fáil, el partido republicano clásico de Irlanda, que ha sobrevivido hasta la actualidad. En 1927 ya consiguió representación en el Daíl y sus diputados juraron la bandera del estado libre. Fianna Fáil ganó las elecciones en 1932 y de Valera fue nombrado Presidente del Consejo Ejecutivo del Estado Libre. Desde su nuevo puesto, comenzó un largo proceso para transformar Irlanda en una República Constitucional.
En 1937, De Valera redactó una nueva Constitución, en la que se reivindicaba jurisdicción sobre toda la isla y se reducían aún más las funciones del monarca británico, dejándole únicamente representación diplomática en política exterior (se piensa que por consideración hacia los unionistas). Este Documento ya se refería a Irlanda como una república, aunque permanecía dentro de la Commonwealth y seguía conservando su estatus de "Dominio". Esta reclamación de jurisdicción levantó ampollas en el norte, lo que provocó una guerra comercial que causó cuantiosas pérdidas a la economía irlandesa, todavía muy dependiente del poder comercial británico.[13]
La guerra concluyó con el Acuerdo de Comercio Anglo Irlandés de 1938, que regulaba las relaciones comerciales entre ambos países y la devolución de los puertos controlados por el Reino Unido según el Tratado Anglo-Irlandés. A partir de 1938, las relaciones entre Irlanda y Gran Bretaña se hicieron menos ambivalentes; De Valera ordenó contener los atentados del IRA contra Irlanda del Norte, tratando de evitar una guerra fronteriza en el norte. Irlanda se mantuvo neutral durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1949, tuvo el estatus de un dominio británico, tal y como Canadá, Australia, Terranova y Labrador, Sudáfrica y Nueva Zelanda.
Los opositores a De Valera, dirigidos por figuras como William T. Cosgrave y Eoin O'Duffy, trataron de mantener relaciones cordiales con el gobierno británico para favorecer el desarrollo de Irlanda. O'Duffy formó el grupo filofascista Asociación de Camaradas del Ejército (ACA) en 1932, más conocido como los Camisas Azules. La ACA fue un experimento breve, pero en 1933 O'Duffy formó Fine Gael (español: Tribu de los irlandeses), el segundo partido de Irlanda por detrás del Fianna Fáil.[14] Fine Gael mantuvo posiciones más moderadas con respecto a las relaciones exteriores con el Imperio Británico, y se identifica hasta hoy como el sucesor del republicanismo pro-tratado de Michael Collins.
En 1948 el Daíl aprobó el Acta de la República de Irlanda, por la que quedaron abolidos cualquier vínculo aún existente entre Irlanda y el Reino Unido, y la Commonwealth, incluyendo el papel del Rey.[15] El acta entró en vigor el 18 de abril de 1949; en 1955 Irlanda fue aceptada en la ONU y en 1973 en la Comunidad Económica Europea.
Aunque los partidarios de De Valera vieron la proclamación de la República como un gesto de patriotismo y un desafío a antiguos amos, el Imperio Británico estaba procediendo a liquidar sus posesiones, por lo que la declaración de Irlanda no provocó reacciones importantes en el Reino Unido, aunque sí un endurecimiento de las posiciones unionistas en el Úlster ante el temor de que esta proclamación pudiera generar disturbios y cambios también para Irlanda del Norte.
Desde la década de los 60 hasta finales del siglo XX tuvo lugar en Irlanda del Norte el conflicto conocido como los Troubles, continuación del problema de las relaciones de la isla con Gran Bretaña. Durante esa época la defensa de una república unida para toda Irlanda se vio mezclada con el terrorismo: el IRA (en sus diversas manifestaciones) y los grupos paramilitares lealistas opuestos provocaron una cifra cercana a los 3500 muertos.[16] El Acuerdo de Viernes Santo de 1998 puso fin en principio a dicho conflicto.