La siliqua fue una pequeña moneda romana de plata acuñada en el siglo IV de nuestra era para estabilizar el sistema monetario.[1]
El término siliqua proviene de siliqua graeca, la semilla del algarrobo. Una siliqua era una medida de peso en la Antigua Roma equivalente a 0,19 gramos.
Aparece bajo el mandato del emperador Constantino I el Grande, estaba compuesta de plata y pesaba 2,24 gramos, casi la mitad que un sólido bizantino de oro, aunque su valor era 24 veces menor que este último.