La educación en el Perú se encuentra bajo la jurisdicción del Ministerio de Educación, el cual está a cargo de formular, implementar y supervisar la política nacional de educación.[1] De acuerdo a la Constitución: la educación inicial, primaria y secundaria es obligatoria. En las instituciones del Estado Peruano es gratuita. Las universidades públicas garantizan el derecho a educación gratuita a los estudiantes que tengan un satisfactorio rendimiento académico, sin estar condicionada al nivel socioeconómico del estudiante.[2]
Existen registros escritos acerca de algún sistema educativo organizado en las culturas preíncas llamado el yachaywasi. Sin embargo, el grado de evolución que alcanzaron algunas de ellas demuestra de manera indirecta su existencia. Cada cultura, debido a sus ventajas competitivas y de especialización en un campo específico, habría desarrollado una manera ideal de entrenamiento. Así, por ejemplo, se podría explicar los trabajos en orfebrería, cerámica o textilería que se conservan hasta hoy y cuya técnica se perfeccionó con el pasar del tiempo y que lamentablemente se perdería junto a las conquistas de muchas otras culturas.
La educación formal, según el Inca Garcilaso de la Vega (Comentarios Reales Libro II, cap. XIX) fue fundada por Inca Roca, el segundo Inca de la lista de Garcilaso y difundida por Pachacútec. Se diseñó exclusivamente para la élite real y posteriormente para los hijos de los curacas conquistados. Se impartía en el Yachaywasi y su propósito era el de educar a los futuros administradores y gobernantes del imperio.
Los amautas eran los maestros, hombres ilustres en la filosofía y moral. Estos usaban contenidos que se basaban en la aritmética y astronomía, necesarios para una organización económica basada en la agricultura. Su educación era estricta y se practicaban los castigos. Los haravicus, que fueron los inventores de poemas y los willac umu, que eran los transmisores del conocimiento del oficio divino. El aprendizaje del quechua fue obligatorio, más por razones políticas que educativas.
Durante el Virreinato, la educación virreinal imitó los modelos europeos y se caracterizó por el memorismo, la religiosidad, la rigurosidad y el clasicismo. La Iglesia fue muy influyente a través de las órdenes religiosas, de los cuales destacó los jesuitas. La configuración de un sistema educativo se originó en orden inverso a lo actual: primero se creó la educación superior, el intermedio y, por último, la enseñanza elemental.
La educación elemental (o de primeras letras). Se impartió en colegios parroquiales, conventuales y misionales. A los niños se les enseñaba sobre los preceptos básicos, a leer, escribir y cantar. El género femenino estuvo casi marginado del proceso educativo. También existía colegios menores que eran dirigidos por párrocos e indígenas, donde se enseñaba a leer, escribir, además, de catequizar.
La educación universitaria en el Perú y en América se inauguró oficialmente en 1551 con la fundación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, por obra de los dominicos.
Con la independencia del Perú, se realizaron clases en conventos despoblados, además de realizar la educación separada de la eclesiástica.[3]
A inicios del siglo XX, la educación tuvo dos logros, se fomentaron las ideas liberales[4] y la enseñanza sin restricciones.[5] Sin embargo, a mediados de siglo, el Estado comenzó a supervisar la educación y a inculcar sus valores cívicos y patrióticos.[4]
Históricamente, en gobiernos como el de la Fuerza Armada, se adoptaron varios rasgos distintivos, como las sesiones formativas cada lunes y el uso de un uniforme único.[6] Esto incluye a las formaciones y desfiles, que fueron impuestos a mediados del siglo XX.[7] Pocos colegios han desafiado a los rasgos militares, como pasó en 2024, cuando uno de la ciudad de Huaycán optó por reemplazar los pasos marciales por un desfile más colorido.[8]
En los años 1990 se desarrolló la reforma educativa de tendencia neoliberal como parte del nuevo sistema político implementado en el gobierno de Fujimori.[9] En 1999 se introdujo un sistema experimental de bachillerato, dirigido a estudiantes que hubieran completado seis años de educación primaria y cuatro de secundaria. Este sistema ofrecía la opción de continuar estudios en instituciones técnicas o universitarias.[10]
En 2003 se inaugura el Consejo Nacional de Democratización del Libro para promocionar la lectura a través de la entrega de material bibliográfico en instituciones educativas.[11]
El artículo 13 de la Constitución Peruana establece lo que el Estado Peruano reconoce como finalidad de la educación:
"La Educación tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona humana. El estado reconoce y garantiza la libertad de enseñanza. Los padres de familia tienen el deber de educar a sus hijos y el derecho de escoger los centros de educación y de participar en el proceso educativo".
Además, hay un conjunto de normas relacionadas al sistema educativo:
Históricamente, en 1982, estuvo sujeta por las dos normas: Ley de Reforma Educativa 19326 y Ley General de Educación 23384. Este recurría dos estructuras, la regular y la laboral.[17] Además, el Reglamento de Instrucción Pública de 1855, el primer grado de la instrucción pública se denominó "instrucción popular", el segundo grado "instrucción media" y el tercer grado "instrucción profesional".[18]
En el Perú se conoce coloquialmente a esta etapa de la educación, con los nombres de "Inicial", "Primaria" y "Secundaria". Estas tres etapas educativas básicas se dan regularmente en la infancia y la adolescencia. Para las personas que no pudieron culminar su educación en las etapas usuales se estableció la Educación Básica Alternativa. Además, se ofrece educación especial, e incluso bilingüe.
Está a cargo de la Dirección General de Educación Básico Regular (DIGEBR). La Educación Básica Regular (EBR) es la modalidad que abarca los niveles de Educación Inicial, Primaria y Secundaria (Artículo 36 de la Ley 28044).
Está dirigida a los niños y adolescentes que pasan oportunamente por el proceso educativo. Generalmente, el inicio del año escolar comienza a inicios de marzo.[19] Su sistema de calificación consta de las letras AD, A, B y C.[20]
Se egresa como Egresado de la Educación Básico Regular (con certificado[21] y/o constancia de logros de aprendizaje[22]), pero en algunos colegios privados[23] y en los de alto rendimiento pueden optar la obtención del Bachillerato Internacional.[24][25]
En el Perú, el bachillerato es un grado de educación superior (Al finalizar estudios superiores de pregrado de 4 a 7 años), por lo tanto no se otorga al finalizar los estudios medios regulares, como sucede en otros países latinoamericanos[26].
Se ofrece en la forma escolarizada y no escolarizada a fin de responder a la diversidad familiar, social, cultural, lingüística y ecológica del país. Los servicios educativos se brindan por niveles educativos:
Está a cargo de la Dirección General de Educación Básico Alternativa (DIGEBA). La Educación Básica Alternativa (EBA) es una modalidad que atiende a jóvenes y adultos, así como a adolescentes en extra-edad escolar a partir de los 14 años de edad, que necesitan compatibilizar el estudio con el trabajo. Tiene los mismos objetivos y calidad equivalente a la EBR, y consta de cuatro ciclos de estudios, cada uno de ocho meses: Primer Ciclo (equivalente a 1.º y 2.º grado de secundaria), Segundo Ciclo (equivalente a 3.º de secundaria), Tercer Ciclo (equivalente a 4.º de secundaria) y Cuarto Ciclo (equivalente a 5.º de secundaria). Los estudiantes del EBA son aquellos que no se insertaron oportunamente en el sistema educativo, no pudieron culminar su educación básica, requieren compatibilizar el trabajo con el estudio, desean continuar sus estudios después de un proceso de alfabetización o se encuentran en extra-edad para la Educación Básica Regular.
Está a cargo de la Dirección de Educación Básica Especial (DEBE). La Educación Básica Especial (EBE) tiene un enfoque inclusivo y atiende a niños y jóvenes con capacidades diferenciadas que tengan inconvenientes en un aprendizaje regular. Es una modalidad que ofrece servicios educativos especializados de prevención, detección y atención oportuna a niños menores de 6 años, además de apoyo y asesoramiento en las Instituciones Educativas inclusivas.
Está a cargo de la Dirección de Educación Intercultural Bilingüe. Existen más de 1 200 000 personas que estudian bajo esa modalidad.[29][30] En 2024, el 19.5 % de los alumnos de inicial y el 21.6 % de primaria cuentan con profesores.[31]
La formación profesional técnica se organiza en tres grados de formación que se definen por las funciones que pueden desempeñar las personas durante el desarrollo de una actividad productiva de acuerdo a variables organizativas y tecnológicas. En este sentido, los grados de formación concuerdan con los distintos niveles calificativos del sector productivo.
El grado superior es post-secundario y se oferta en los Institutos de Educación Superior Tecnológico (I.E.S.T.) con una duración mínima de 3060 horas. Se otorga el Título de Profesional Técnico a nombre de la Nación. En esta modalidad se desarrollan competencias de planificación, organización, coordinación y control de los procesos productivos; y de responsabilidad en la calidad del producto final. La formación de este grado debe garantizar una preparación orientada a la innovación tecnológica y la ejecución de procesos y procedimientos de trabajo formalizados, con autonomía y capacidad de decisión en el ámbito de su competencia.
El grado medio es post-secundario. Se ofertan en los Institutos de Educación Superior Tecnológico y en las Escuelas Normales o Institutos de educación superior pedagógica (I.E.S.T.P). Tiene una duración variable entre 1500 y 2500 horas. Se otorga el Título de Técnico a nombre de la Nación. En esta modalidad se desarrollan competencias relacionadas con la aplicación de conocimientos en una amplia gama de actividades laborales propias de su área profesional. En su ámbito de responsabilidad, organiza el trabajo y las actividades de su equipo inmediato, resuelve situaciones en el proceso de producción aplicando los conocimientos más adecuados. Debe seguir las especificaciones predeterminadas en la ejecución global del proceso, siendo autónomo en aspectos técnicos de su área.
No tiene requisitos académicos. El grado elemental se brinda en Colegios con Variante Técnica (C.V.T.) y en los Centros Técnico Productivo (CETPRO). Tiene una duración variable entre 300 y 1500 horas. Se otorga certificación a nombre de la Nación o del MINEDU, con mención en la opción vocacional estudiada. Esta modalidad desarrolla competencias ocupacionales en el ámbito de la ejecución de actividades operativas propias del proceso productivo y con instrucciones predeterminadas. El nivel de responsabilidad técnica se centra en realizar las acciones correctivas correspondientes e informar los problemas técnicos que se presentan.
Se denomina familia profesional al conjunto de profesiones que comparten un tronco común de conocimientos, manejo de tecnología y recursos utilizados en la realización del proceso productivo o de la prestación de un servicio, es decir, cada familia profesional en su interior tiene un conjunto de títulos profesionales y certificaciones.[32]
N.º | Familia profesional | Sector económico |
---|---|---|
Familia 1 | Administración y comercio | SERVICIOS |
Familia 2 | Actividades agrarias | AGRICULTURA |
Familia 3 | Actividades marítimo-pesqueras | |
Familia 4 | Artes gráficas | INDUSTRIA |
Familia 5 | Artesanías y manualidades | |
Familia 6 | Computación e informática | |
Familia 7 | Comunicación, imagen y sonido | SERVICIOS |
Familia 8 | Construcción | INDUSTRIA |
Familia 9 | Cuero y calzado | |
Familia 10 | Electricidad y electrónica | |
Familia 11 | Estética personal | SERVICIOS |
Familia 12 | Hostelería y turismo | |
Familia 13 | Industrias alimentarias | INDUSTRIA |
Familia 14 | Mecánica y metales | |
Familia 15 | Mecánica y motores | |
Familia 16 | Minería | MINERÍA |
Familia 17 | Química | INDUSTRIA |
Familia 18 | Textil y confección | INDUSTRIA |
La educación universitaria sudamericana se inicia en el Perú, con la creación de la Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de los Reyes del Perú (hoy Universidad Nacional Mayor de San Marcos), por Real Cédula expedida por don Carlos V, el 12 de mayo de 1551, la misma que fue inaugurada en la Sala Capitular del Convento de Santo Domingo en el año 1553. En el año 1571 obtiene la aprobación Pontificia y en el año 1946, recibe el nombre de Universidad Nacional Mayor de San Marcos. La creación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, tiene como Institución Precursora la creación en la Ciudad de Los Reyes, del “Estudio General o Universidad”, a cargo de la Orden de Predicadores —Padres Dominicos— el 1 de julio de 1548, celebrado en la ciudad del Cusco. Dicha Institución se encargaría de la formación de los evangelizadores de las nuevas tierras. Se enseñaría Escritura, Teología, Gramática y Lengua Quechua.
En 1919, se estableció una nueva reforma universitaria,[33] la universidad dejó de depender del Estado al administrar sus propios recursos, nombrar sus propias autoridades y establecer la libertad de cátedra.[34] Sin embargo, eso duró poco cuando Luis Sánchez Cerro y políticos de derecha intentaron tomar control.[35] En 1931 ya se lanzaba una reforma en respuesta de alguna interferencia política con el Estatuto Provisorio de San Marcos.[33][36] Otras reformas reformas ocurrieron en los años 1940, 1960, 1980 y 2010.[33]
Según la Ley 30220, la admisión a la universidad se realiza mediante concurso público, previa definición de plazas y máximo una vez por ciclo. El concurso consta de un examen de conocimientos como proceso obligatorio principal. Ingresan a la universidad los postulantes que alcancen vacante y por estricto orden de mérito. Esta norma es aplicada en las universidades públicas y privadas, aunque en algunas universidades privadas cuentan con diferentes modalidades de ingreso. En el caso de las universidades públicas o nacionales, por su riguroso método de selección, ha generado que la mayoría de estudiantes necesiten una buena preparación para el examen de admisión, lo que generó que en la década de 1950 se crearan las denominadas "Academias".[37]
Casi la mayoría de universidades cuenta con un centro preuniversitario (CEPRE) que tienen la facilidad de otorgar el ingreso directo a aquellos postulantes que obtengan notas sobresalientes en los exámenes.
Los estudios de pregrado comprenden los estudios generales y los estudios específicos y de especialidad. Tienen una duración mínima de cinco años. Se realizan un máximo de dos semestres académicos por año.[38]
La educación en universidades del Estado es gratuita para la primera carrera.[39] Y en el caso de las universidades privadas, deben dar facilidades de pago a su alumnado.
Al culminar la carrera universitaria se obtiene el título o grado académico de Bachiller, correspondiente al título de Grado en otros países de habla hispana o al Bachelor's degree anglosajón. Posteriormente se pueden continuar estudios de posgrado conducentes a los títulos o grados académicos de magíster, doctorado y Ph.D.[40] El título profesional, no siendo un grado académico, es exigido para el ejercicio formal en algunas profesiones.
Del total de universidades peruanas, 92 en total, sólo 36 son del Estado, mientras el resto pertenecen a la gestión privada.
Según cifras de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), en el año 2006, alrededor de 597 760 estudiantes circulaban por las universidades peruanas. De este total, 290.516 (48.6 %) estudiaban en universidades públicas y 307 243 (51.4 %) en privadas.
En la actualidad, las universidades están en camino a la mejora de la calidad educativa, gracias a la fiscalización de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU), institución que es responsable del licenciamiento de universidades, escuelas superiores y facultades.
La deserción de la educación superior se define como el abandono total de las labores académicas, de modo que dicha inactividad imposibilita la obtención del título universitario, así como descarta un posible retorno y reinserción del estudiante[41] [42]. La importancia social radica en las pérdidas que se generan cuando el estudiante abandona los estudios, así, se identifican pérdidas económicas y sociales, de dinero y tiempo, así como la oportunidad de superación social a largo plazo.
A nivel mundial, la pandemia del covid-19 tuvo una influencia en los niveles de matrícula y deserción estudiantil en todos los niveles educativos. Según datos del MINEDU, en el año 2020 se reportó una caída en la matrícula del 24.01% con respecto al 2019 y se identificaron significativas diferencias entre las universidades públicas (9.96%) y privadas (26.72%). Estas cifras reflejan al tipo de gestión de las universidades como un factor influyente en los niveles de deserción.[43]
Por su parte, la tasa de deserción acumulada en la educación universitaria pasó del 15.3% en el 2016 al 19.3% en el 2019, es decir, tuvo un aumento considerable durante el periodo pre-pandémico. Durante el 2020, Lima (19.0%), La Libertad (18.1%), Lambayeque (17.5%) y Junín (14,8%) permanecieron como los 5 departamentos con mayores tasas de interrupción de estudios.[44]Además, cabe resaltar los porcentajes de deserción acumulada en la población no pobre y pobre no extremo. Al 2019, el 42.6% de las y los estudiantes universitarios pertenecientes a la población pobre no extremo desertó de la educación universitaria, mientras que solo lo hizo el 18.1% de la población no pobre.[45]
Acerca de las características de los estudiantes desertores durante el 2020, las tasas de interrupción se incrementaron de manera homogénea entre hombres y mujeres. Por su parte, según el grado educativo de los padres, el 14% de la población con padres con estudios superiores completos interrumpió sus estudios en comparación al 17.6% de aquellos cuyos padres no contaban con dicha educación.
Asimismo, de acuerdo con el nivel de dependencia en el hogar, que se calcula considerando la cantidad total de miembros del hogar que no se encuentran en edad de trabajar, se identificó un mayor crecimiento de las tasas de deserción para el grupo con dependencia media, el 21,9% de los estudiantes provenientes de hogares con dependencia media matriculados en el 2019 interrumpieron sus estudios para el 2020[46].
En el periodo post pandemia, según cifras de ESCALE,[47] en el nivel de educación superior universitaria, se reportó un 19.6% en la tasa de deserción acumulada en el año 2022. En cuanto a la diferenciación entre área y sexo, el sexo masculino tiene un mayor nivel de deserción tanto en el área urbana y rural (19.9% y 23%, respectivamente).
Según la lengua materna, se identifica un mayor tasa de interrupción en la población cuya lengua materna es el quechua, en comparación con el castellano. Sin embargo, desde el 2016 hasta el 2022, la diferencia porcentual ha disminuido considerablemente. Mientras que en el 2016 las tasas eran de 13,4 y 15,4, respectivamente, en el 2022 fueron de 19,3 y 19,7 respectivamente. En el caso de la tasa de deserción acumulada en el nivel de educación superior no universitaria se registró un 45.5%. Por último, para casos de ambos sexos, se registró una mayor tasa de deserción en el área urbana a comparación con la rural.
Tinto [41]categoriza los enfoques teóricos en cinco vertientes: "psicológicos", "sociológicos", "económicos", "organizacionales" e "interaccionales". Mientras el primero se enfoca en las variables individuales, los tres siguientes resaltan los factores ambientales que influyen en esta decisión. El enfoque interaccional propuesto por Tinto [41]integra tanto elementos individuales como ambientales, centrándose en la integración del estudiante en el entorno académico y social universitario.
Este modelo considera la experiencia del estudiante en términos de integración normativa y estructural, sugiriendo que esta experiencia afecta su compromiso institucional, influyendo en su persistencia o abandono. Los factores como género, raza, habilidades, historial educativo, y entorno familiar inciden directa o indirectamente en el desempeño académico y en el compromiso del estudiante con la institución y la meta de obtener un título universitario.
Asimismo, se destacan 4 modelos teóricos que buscan explicar las causas de la deserción estudiantil. En primer lugar, los modelos psicológicos explican la deserción a través de factores de riesgo individual, asociados a los rasgos de la personalidad y características del estudiantado, como la salud y bienestar emocional. En segundo lugar, el modelo de elección académica de Ethington [48]propone como al rendimiento académico como un factor de riesgo. Esto es debido a que los resultados académicos previamente obtenidos influyen en el futuro desempeño del estudiante a partir del autoconcepto que se genera de sí mismo, sus capacidades y la percepción sobre las dificultades como oportunidades de éxito en su experiencia académica. En tercer lugar, Cabrera [49]presenta un modelo económico que destaca la combinación costo-beneficio que evalúan los estudiantes en la toma de decisiones acerca del abandono estudiantil. Los factores de riesgo socioeconómicos abarcan dificultades económicas, costos relacionados con la salud, etc. Por último, el modelo organizacional de Berger y Milem [50]se enfoca en los factores institucionales como el proyecto educativo, las políticas institucionales en torno a la permanencia, etc.
En las últimas décadas, se ha evidenciado a nivel regional un aumento de la oferta educativa de educación superior. De esta manera, se ha logrado un avance significativo en la democratización de la educación ya que dicho proceso ha aumentado las posibilidades de estudiar, tanto en incrementar las opciones más económicas, así como ofrecer mayor calidad educativa desde una gestión privada. Sin embargo, es preciso señalar el rol del Estado para regular dicha oferta educativa y garantizar la calidad educativa de las mismas. Por ello, se resalta la importancia de la reforma universitaria y el otorgamiento de licenciamientos institucionales brindados por SUNEDU.
Así, se identifican los siguientes factores institucionales. En primer lugar, las instituciones educativas ofrecen los principales espacios de adaptación de los estudiantes al nuevo entorno académico, de esta manera, pueden contribuir significativamente a la reducción de las tasas de deserción estudiantil. En segundo lugar, De la Lama et al.[51] realizaron un estudio acerca de la influencia de la presión académica excesiva en la experiencia académica. A nivel general, resaltan consecuencias negativas como el estrés, ansiedad, u otras situaciones en las que los estudiantes se paralizan intelectualmente. Al respecto, el rol de las instituciones es fundamental ya que el enfoque de “excelencia académica” debe estar vinculado a una presión académica que considere los límites sociopsicológicos de los estudiantes.
Pereira y Vidal[52] han analizado las causas de la deserción estudiantil a partir de la teoría costo beneficio. De esta manera, se enfoca la decisión de cursar estudios superiores como una herramienta de movilización social, sin embargo, en la evaluación de los beneficios a largo plazo también se consideran los costos presentes relacionados al costo de oportunidad de estar desarrollando otras actividades: laborales, el costo asociado al bienestar y salud emocional.
El Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (PRONABEC)[53] es una entidad pública adscrita al Ministerio de Educación. Se encarga del otorgamiento de becas y créditos educativos para beneficiar a peruanos talentosos pero con bajos recursos económicos, a través de un concurso público. De esta manera, su misión consiste en asegurar el acceso y permanencia a una educación superior de calidad hasta su culminación.
PRONABEC ofrece becas como Beca 18, Beca Generación del Bicentenario, Beca Hijos de Docentes, etc. Asimismo, ofrece un programa, Crédito Talento, que es un préstamo con una baja tasa de interés (2.47%) para financiar los estudios universitarios a jóvenes con excelencia académica y escasos recursos económicos. El periodo de reembolso comienza a los 30 días calendario posteriores de culminados los estudios superiores y/o periodo de gracia. El plazo total para la amortización puede ir hasta los 10 años. Este cubre la matrícula, pensión de estudios, materiales de estudios, obtención del grado o título, entre otros.[54]
Entre los años 2014-2019, el crecimiento de los recursos asignados a becas y créditos estudiantiles se ha visto interrumpido, sin embargo, tuvo un repunte durante el 2020 por las necesidades que generó la pandemia. A partir del año 2014, se evidenció un alza sostenida de los montos asignados a estudiantes de educación superior, tanto en cuanto a becas como en créditos. Posteriormente, en el año 2019, se evidenció una significativa contracción, del 85% para los créditos y 31% para las becas, con respecto al año de mayor monto asignado en el período estudiado. Por último, en el año 2020, el monto asignado a créditos fue de 6.6 millones de soles, y para el caso de becas, fue de 759.5 millones de soles.[46].
Otra de las medidas adoptadas con el fin de reducir las tasas de deserción estudiantil es la propuesta por ofrecer tutorías. Al respecto, Pupiales [55]realizó un estudio sobre los efectos de esta práctica a favor de reducir el riesgo académico y personal para evitar la deserción de los estudiantes en una universidad en Lisboa. Según los resultados obtenidos, la tutoría cumplió con el objetivo de mejorar el desempeño académico de los estudiantes a través de un acompañamiento que humanizó el proceso de adaptación al nuevo ámbito de la educación superior. Así, promovió la participación activa de los estudiantes en actividades propuestas por la universidad, así como desarrolló su autoconfianza y seguridad.
Sifuentes [56]destaca la importancia de reconocer los principales factores de riesgo para utilizarlos como una estrategia para disminuir las tasas de deserción en una universidad privada en el Perú. De esta manera, planteó la creación de modelos predictivos para identificar tempranamente a posibles desertores y, así, actuar sobre dichas necesidades. Se obtuvieron resultados satisfactorios ya que se logró una reducción entre un 25% y 40% en los niveles de desaprobación. A partir de dicho estudio, cabe resaltar que la efectividad de los modelos se consiguió gracias a que respondieron a las características propias de cada curso y las necesidades de los estudiantes de los mismos. Por ello, se demuestra que, a pesar de que se reconocen ciertos factores de riesgo a nivel general, debe evaluarse cada caso según sus condiciones para tomar las medidas pertinentes.
Perú se encontraba último en la clasificación del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) basado en los conocimientos de escolares de 15 años en 65 países.[57] En la lista, elaborada a partir de unas pruebas de matemáticas, lengua y ciencias hechas a más de 510 millones de escolares, revela que el país se encuentra en el puesto 65, habiendo obtenido 368, 384 y 373 puntos en cada materia respectivamente.
La calidad educativa es un objetivo del Estado Peruano, que según el analista Hugo Díaz durante el gobierno de Alberto Fujimori recibió una baja inversión.[58] Esto coincide con la baja calidad académica recibida entre los años 1975 y 1990.[59] En 2000, la documentalista Sonia Goldenberg señaló que el 39 % de la población peruana solo recibió educación primaria.[60] Según el Ministerio de Educación, en 2020, 7 de cada 10 personas de 16 a 65 años tiene dificultades en la comprensión lectora y 4 de cada 5 para operar con números.[59] Además, solo en 2006 se evidenció que 6210 alumnos desertaron o desaprobaron el año en el departamento de Huancavelica.[61]
Ante esto, se crea para el sector profesional Sineace, conjunto de normas y procedimientos estructurados e integrados funcionalmente, destinados a definir y establecer los criterios, estándares y procesos de evaluación, acreditación y certificación en la República del Perú. Sineace tienen como fin de asegurar los niveles básicos de calidad que deben brindar las instituciones a las que se refiere la Ley General de Educación n.º 28044.[62]
Además, Perú empieza la aplicación de la norma modelo de calidad ISO 9001 en 1999.
Ahora esta norma es un requisito para todas las instituciones educativas que proveen enseñanza en el programa BECA 18 (exclusivo para la población de comunidades nativas y en situación de vulnerabilidad, de riesgo, clase baja y extrema pobreza), el cual es administrado por PRONABEC.
En el índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, Perú (0.891) está en el puesto número 71 de calidad de educación a nivel mundial y en el número 7 de Latinoamérica junto a Brasil. Los países con mejor Educación de América Latina son Cuba (0.993), Uruguay (0.955), Argentina (0.946) y Chile (0.919).[63]
La educación rural en el Perú se desarrolla en duras condiciones, durante el 2013, la Defensoría del Pueblo visitó más de 400 escuelas rurales y encontró serias barreras que impiden que todos los niños accedan a una educación de calidad.[41]
El secretario de Estado de La Libertad, Willard Loyola, señaló que existen unas 4.000 instituciones educativas, de las cuales el 70 % está en las zonas rurales. En estas últimas, las brechas más grandes son el déficit de docentes y la pésima infraestructura. En Arequipa, el secretario de Educación, Marco Montañez, reconoce que las escuelas rurales estuvieron abandonadas por falta de presupuesto.[41]
En 2023 el dominical Punto final reportó que se estaría realizando un negocio clandestino para ganar influencia en la publicación de papers.[64]
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sin título (ayuda). Consultado el 24 de noviembre de 2023.