El software como servicio o SaaS (del inglés Software as a Service) es un modelo de distribución de software donde el soporte lógico y los respectivos datos que maneja se alojan en los servidores de un proveedor, cuyo acceso es a través de internet. El proveedor no solo proporciona el hardware, sino también el software correspondiente. El cliente, por su parte, puede utilizar las diferentes funciones del software sin más preámbulos.[1]
La empresa proveedora TIC se ocupa del servicio de mantenimiento, de la operación diaria y del soporte del software usado por el cliente. Regularmente el software puede ser consultado en cualquier computador, se encuentre presente en la empresa o no. Se deduce que la información, el procesamiento, los insumos y los resultados de la lógica de negocio del software están hospedados en la compañía de TIC.
Hoy en día, es casi seguro que cualquier persona que utilice un teléfono móvil utilice alguna forma de SaaS. Casi cualquier aplicación de productividad personal o de empleados está disponible como SaaS, los casos de uso específicos son demasiado numerosos para enumerarlos, sin embargo, hay varios casos sobresalientes dignos de mención.
El correo electrónico, las redes sociales y las soluciones de almacenamiento de archivos en la nube (como Dropbox o Box) son ejemplos de aplicaciones SaaS que la gente usa todos los días en su vida personal. Las soluciones de SaaS empresariales populares incluyen Salesforce (software de gestión de relaciones con el cliente), HubSpot (software de marketing), Trello (gestión de flujo de trabajo), Slack (colaboración y mensajería) y Canva (gráficos). Muchas aplicaciones diseñadas originalmente para el escritorio (por ejemplo, Adobe Creative Suite) ahora están disponibles como SaaS (por ejemplo, Adobe Creative Cloud).
El software es un producto que se puede distribuir de varias maneras. De forma clásica se hace mediante una instalación directa en equipos del cliente. Normalmente, si alguien quiere usar una aplicación de ventas, compra el CD-producto de instalación, ejecuta un programa de configuración, da sus claves y, de este modo, puede comenzar a utilizar el sistema. Pero si el usuario necesita que otra persona al extremo del globo terráqueo consulte su lista de clientes, cobros pendientes o precios, y los quisiera manipular con el mismo software, necesitaría otro CD-producto, o necesitaría bajar ese programa ejecutable de la web, y generalmente necesitaría otra licencia para ese producto, o hacer uso de una VPN, o comunicarse mediante correo electrónico con la sede de operaciones. En cambio, si el software está modelado como servicio, los requerimientos pueden ser mucho más simples.
Consiste en poder utilizar una aplicación desde una computadora cliente (ejemplo la computadora portátil de un vendedor), hacia un servidor central emplazado en la empresa proveedora de sistemas y no en la compañía del cliente. También puede darse el caso de compañías de mayor tamaño que alberguen sus propios servidores, y a la vez presten o vendan sus servicios de software a otras empresas del sector.
Las características del software como servicio incluyen:
Podemos dividir el mercado de software como servicio en tres diferentes tipos atendiendo a su forma de explotación:[2]
Como resultado la fragmentación generalizada en la oferta de ScuS[3] hay una tendencia emergente hacia el desarrollo de Plataformas de Integración de ScuS (SIP en inglés).[4] Estas SIPs permiten a los suscriptores acceso a múltiples ScuS a través de una plataforma común. También ofrecen a desarrolladores la oportunidad de desarrollar y desplegar nuevas aplicaciones rápidamente.
El modelo de nube (o SaaS) no necesita una distribución indirecta, ya que no se distribuye físicamente y se despliega casi al instante, lo que anula la necesidad de socios y revendedores tradicionales.[5][6] A diferencia del software tradicional, que suele venderse como una licencia perpetua con cuotas iniciales (y cuotas adicionales por soporte continuo), los vendedores de SaaS suelen fijar el precio de las aplicaciones mediante una cuota de suscripción, casi siempre mensual o anual. En consecuencia, el coste inicial de instalación de SaaS suele ser inferior al del software empresarial equivalente. Los proveedores de SaaS suelen fijar el precio de sus aplicaciones en función de algunas métricas de uso, como el número de usuarios que utilizan la aplicación.[7][8] Sin embargo, dado que en un entorno SaaS los datos de los clientes son almacenados por el proveedor de SaaS, también existen oportunidades para cobrar por transacción, por evento u otras unidades de valor, como el número de procesadores necesarios.
El coste relativamente bajo de la formación de usuarios (es decir, la configuración de un nuevo cliente) en un entorno multiusuario permite a algunos proveedores de SaaS ofrecer aplicaciones utilizando un modelo freemium.[9][10] En este modelo, se proporciona un servicio gratuito con funcionalidad o volumen limitados, y se cobra una tarifa por funcionalidad avanzada o más volumen.
Se suele referir a esta tendencia como la "tercera ola" de la adopción de software —en la que los ScuS pasan a ser parte de una plataforma coherente—. La primera de todas fue creada por Bitium y proporciona servicios SSO a negocios que operan con múltiples aplicaciones. Zoho y Suitsoft son dos compañías que ofrecen SIPs a día de hoy. Otras compañías como Salesforce, Microsoft y Oracle están también desarrollando plataformas similares.[11] Creatio sirve de servicio (SaaS) para la gestión de procesos y CRM (manejo de las relaciones con el cliente o consumidor).[12]
Otra tendencia que se está dando es la creación de soluciones de software que combinan gestión de recursos humanos, nóminas y gastos y fomentan la colaboración entre jefe y empleado. Estos suplementos van en la línea de muchos negocios de crear herramientas de gestión autónoma para empleados.
La Fundación del Software Libre (FSF) ha criticado el SaaS, debido a que supone ceder el control de las tareas de computación y los datos al proveedor del servicio.[13] Según la FSF, utilizar un servicio en sustitución a un software es comparable a utilizar software privativo (es decir, software no libre); ya que el usuario no tiene el verdadero control sobre el programa, incluso si éste fuera una copia de algún software libre y de código abierto.[13] La licencia GNU AGPL (Affero GPL) nació en parte como respuesta al SaaS, la cual demanda que el proveedor del SaaS ofrezca el código fuente a los clientes del servicio. Sin embargo, los creadores de la licencia señalan que esto no impide que el proveedor abuse de los usuarios, ya que él controla el comportamiento de la copia del programa que se ejecuta en el servidor.[13]