Un suplemento vitamínico es un preparado que contiene vitaminas. Se suele utilizar cuando se prevé una carencia de vitaminas, bien porque se siga una alimentación inadecuada o bien por cualquier motivo (estrés, hacer deporte) que aumente las necesidades del organismo.
Hay suplementos de varios tipos:
Si se va a hacer un consumo prolongado, varios meses, es más recomendable tomar un suplemento que sólo contenga vitaminas hidrosolubles (grupo B y C).
Se recomienda consumirlas con comida o algún zumo. La comida puede contener sustancias que contribuyan a su absorción.
Este efecto es muy notable en las vitaminas liposolubles, que se absorben muy mal si no hay nada de grasa en el estómago. Por ejemplo, cuando se toman en ayunas o sólo con un zumo.
Para evitarlo, hay presentaciones de vitaminas liposolubles que son una gota de aceite recubierta de una bolsa de gelatina de tacto seco, en donde están las vitaminas, que es suficiente para que se absorban correctamente.
Algunas presentaciones tiene algún estimulante, muy habitualmente ginseng.
El ginseng, o cualquier otro estimulante, tendrá un efecto que podría producirse de forma mucho más barata con un simple café. Además puede enmascarar el efecto de las vitaminas. Puede producir un bienestar que no esté relacionado con las vitaminas, o por el contrario, que el efecto de una vitamina sea asociado al estimulante y no se descubra una deficiencia real.
Algunas vitaminas puede hacer efecto en pocos días o incluso horas.
Los suplementos vitamínicos no son medicamentos y por lo tanto no están regulados por la misma legislación que los medicamentos.[1] El problema con los suplementos falsos y fraudulentos
Los suplementos vitamínicos pueden contener gluten, harinas u otros productos derivados, hecho que es importante tener en cuenta en personas que padecen algún trastorno relacionado con el gluten.[2][3] Por lo general, la lectura del etiquetado no es suficiente para aclarar si el producto contiene gluten o trazas.[1]