Tiberino, en la mitología romana, era el dios del río Tíber.
Esta deidad de la naturaleza, era hermano de Fonto, dios de las fuentes, e hijo de Jano y Camese, ninfa de las aguas. Fue añadido a los 3.000 ríos (hijos de Océano y Tetis), como el genio del Tíber.
Según el Libro VIII de la Eneida de Virgilio, Tiberino ayudó a Eneas después de su llegada a Italia desde Troya. Se le apareció en sueños sugiriéndole que remontara la corriente del río hasta el Palatino y buscara una alianza con Evandro en la guerra contra Turno y sus aliados (ver fundación de Roma). Tiberino se apareció a Eneas en un sueño, diciéndole que había llegado a su verdadero hogar. Tiberino también calmó el mar para que el barco de Eneas pudiera llegar a la ciudad a salvo.[1] Con Manto, Tiberino fue el padre de Ocnos.[2]
Tiberino también es conocido por ser el dios fluvial que encontró a los gemelos Rómulo y Remo y se los entregó a la loba Luperca (que acababa de perder a sus propios cachorros) para que los amamantara. Más tarde rescató y se casó con Rea Silvia, la madre de los gemelos y virgen vestal que había sido sentenciada a muerte.[3]
Tiberino era considerado uno de los dioses fluviales más importantes y sus seguidores se aseguraban de poner ofrendas en el río Tíber cada mes de mayo. Tiberino era honrado con veintisiete muñecos de paja que se llamaban Argei.[1]
Su fiesta anual (las Tiberinalias) se celebraban cada 8 de diciembre (en otros casos se da la fecha de 17 de agosto),[4][5] aniversario de la fundación del templo del dios en la isla Tiberina, siendo un rito de purificación y propiciatorio. Horacio, recordando un desbordamiento del río tras la muerte de César, llama a la mujer de Tiberino, Ilia o Rea Silvia, a quien supuestamente acogió en sus aguas, expulsada por Amulio.
El culto a Tiberino, fundado, tradicionalmente, por Rómulo, tuvo una importancia considerable en la topografía sagrada de Roma. Sagrada era la isla Tiberina, sede de un santuario del dios del inframundo Véjove y luego del santuario de Esculapio.
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