Vergüenza de volar

Estelas de vapor de un C-141 Starlifter sobre la Antártida.

La vergüenza de volar es el sentimiento de culpa ante los reconocidos efectos ambientales dañinos del transporte aéreo y su influencia en el cambio climático.[1][2]​ Forma parte del movimiento por el transporte alternativo, que busca el desarrollo de políticas y tecnología en favor de la neutralidad de carbono en el transporte aéreo y el no uso de vehículos motorizados que sean propulsados por combustibles fósiles.

En Suecia lo llaman flygskam y comenzó como un movimiento propuesto por la sueca Maja Rosén quien dejó de volar en el 2008 «por razones ambientales».[3]Greta Thunberg se apuntó a la tendencia en el 2015 y ese mismo año convenció a su madre —la mezzosoprano Malena Ernman — para que renunciara a viajar en avión en sus giras internacionales.[4]

En noviembre de 2019 los vuelos interiores de Suecia bajaron un 11% y los de Alemania un 12 % siendo un factor importante de estos descensos la «vergüenza de volar».[5]

Los actuales prototipos de aeronaves propulsadas por energías renovables, como los proyectos de aeronaves eléctricas, aún se encuentran en fase de pruebas y de desarrollo, no encontrándose con la capacidad técnica y de seguridad necesaria para vuelos comerciales.

Véase también

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Referencias

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