Vídamo, del francés Vidame, es una corrupción francesa del término latino vice-dominus, esto es, "vice-señor". Se refiere a un título nobiliario propio de la Francia feudal asociado a algunas diócesis que el vídamo, un noble seglar, se encargaba de administrar en aquellas facetas que el Derecho Canónico o la tradición consideraban inapropiadas o incompatibles con la condición clerical del obispo. Ello solía aplicarse sobre todo a actividades que involucraran algún tipo de violencia (administración de justicia, ajusticiamientos o defensa militar) o asuntos venales (administración financiera, recaudación de diezmos). La condición de vídamo, en principio elegido por el obispo de la diócesis, no era necesariamente hereditaria, aunque acabó por recaer en miembros de la misma familia.
El origen del título se encuentra en la época Carolingia, en la que el vídamo era, como el avoué (advocatus o abogado), un funcionario secular elegido por el obispo de una diócesis, con el consentimiento de la Corona o del señor feudal de la diócesis, para realizar aquellas labores de administración y defensa de los dominios seculares de la diócesis que, de acuerdo con la tradición o el Derecho Canónico, eran incompatibles o inapropiados para la condición clerical y por tanto no debían ser llevadas a cabo directamente por el obispo. Como se ha dicho, en general las competencias del vídamo solían involucrar algún tipo de violencia, refiriéndose especialmente a la administración de justicia y a los ajusticiamientos, y sobre todo a la defensa militar de la diócesis. A veces también realizaban labores de administración financiera de la diócesis en sustitución del vicario del obispo.
Durante aquella época los términos advocatus y vice-dominus se usaban indistintamente para referirse a un administrador de bienes y territorios eclesiásticos. Inicialmente, el vice-dominus podía ser de condición clerical (usualmente un diácono, esto es, un sacerdote no ordenado), pero dado que la mayoría de sus funciones eran incompatibles con el derecho canónico, rápidamente pasaría a ser una persona de condición laica y noble. A partir del siglo XI, los títulos de advocatus y vice-dominus pasarían a diferenciarse: el título de avoué se reservó para aquellos nobles encargados de la protección de una abadía, y el de vídamo para los nobles encargados de la protección de una sede episcopal.
Con la consolidación del sistema feudal en el siglo XII, el cargo de vídamo, así como el de avoué, pasaría a convertirse en un feudo hereditario. Sin embargo, como título el de vídamo era mucho más infrecuente y menos dignificado que el de avoué. Los avoués solían ser grandes señores que añadían la función de protección de una abadía a sus propios señoríos, mientras que los vídamos solían ser nobles menores que llevaban a cabo sus tareas estrictamente subordinados al obispo.
Usualmente, el vídamo tomaba su título de la sede que representaba, si bien en algunas ocasiones se aplicaban el término no de la diócesis sino de sus propios señoríos personales. Así, el vídamo de Picquigny era el representante del obispo de Amiens, y el vídamo de Gerberoy del obispo de Beauvais. En muchas diócesis no había vídamo, y sus funciones eran realizadas por vizcondes o castellanos. Con el incremento del poder de la Corona y de las corporaciones municipales, los vídamos fueron perdiendo sus poderes hasta que su título se convirtió en meramente honorífico.
Las principales funciones del vídamo eran la protección de los bienes temporales de la diócesis, representar al obispo en los tribunales de justicia del señor feudal de la diócesis, ejercer la jurisdicción temporal del obispo en su nombre, y dirigir las tropas del obispado en tiempo de guerra. A cambio, solían tener una casa cerca del palacio episcopal, recibir algún dominio temporal de la diócesis, y a veces el derecho a recibir los ingresos de algún impuesto o tasa dentro de la diócesis.
Los principales vídamos de Francia eran los siguientes:
Otros:
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