La creencia en la Tierra hueca, terrahuequismo o creencia intraterrestre es una afirmación de que dentro del planeta Tierra hay otro mundo muy parecido a la superficie. Donde existen civilizaciones subterráneas de seres llamados «intraterrestres».
Los defensores de esta creencia propugnan que existen dos aberturas, una en cada polo, que son custodiadas y mantenidas en secreto por algunos gobiernos del mundo, así como un sistema de galerías destinado a comunicar lugares distantes a través del subsuelo.
Otras versiones de la creencia afirman que en el interior de la Tierra flota un sol que da vida a una tierra interior y habitada sin noches, con clima tropical y gravedad de 6,7 g. Otras afirman que el movimiento de las placas tectónicas se debe a que la Tierra está aumentando de tamaño. En el centro de las aberturas de cada polo no habría gravedad y el mar se hundiría por una de ellas hasta salir por la otra, lo que serviría de ruta naval y migratoria hacia el interior. De modo afín a otras teorías de conspiración, se sostiene que este conocimiento está oculto debido a una gran conspiración en la que «están involucrados los dirigentes mundiales, la NASA, Google Earth» etc, que conocen perfectamente el tema, pero se han confabulado para ocultarlo.
Otro argumento común entre los creyentes es que la exploración del interior de la Tierra no ha sido significativa, ya que la máxima perforación, realizada en el Pozo Superprofundo Kola en Siberia, es de 12,3 km, el 0,1 % del diámetro terrestre.
El escritor cristiano Pablo de Tarso escribió:
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesús, el Cristo, es el Señor, para gloria de Dios Padre.Apóstol san Pablo, en Carta a los filipenses (2.10-11)[1]
El escritor cristiano Juan el Evangelista escribió:
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.Apóstol san Juan, en Apocalipsis (5.3)
Sin embargo, hay que considerar que teológicamente, en la cultura judeocristiana la expresión "debajo de la tierra" hace referencia al lugar de los muertos o a la sepultura. Además, antiguamente, debido a la influencia griega, se creía que el infierno estaba ubicado en el interior de la Tierra.
Julio Verne es el autor más representativo con su novela Viaje al centro de la Tierra (1864). En este libro se cuentan las aventuras de unos personajes que siguen una ruta intraterrestre, atravesando desde Islandia hasta Sicilia, y encontrándose incluso con océanos subterráneos y criaturas prehistóricas.
En otra de sus novelas, Aventuras del Capitán Hatteras (1866), uno de los personajes, el doctor Clawbonny, enumera las creencias de la época ―entre las que incluye la de la Tierra hueca― para luego descartarlas.
La novela de Edgar Allan Poe, La narración de Arthur Gordon Pym (1833), relata cómo el héroe y su compañero tienen un terrorífico encuentro con seres del interior de la Tierra.
La sombra más allá del tiempo (1936) de H. P. Lovecraft describe una raza antigua y subterránea que dominó la Tierra hace 150 millones de años y que, desde entonces, en el refugio de la Tierra interior, ha inventado aviones y vehículos atómicos, y domina el viaje en el tiempo y la percepción extrasensorial.
En el corazón de la tierra (1914) de Edgar Rice Burroughs, primera novela de una serie de siete novelas de la saga de Pellucidar, que narra la existencia de un mundo subterráneo dominado por unos reptiles que someten a los humanos.
El geólogo y paleontólogo Vladímir Óbruchev escribió en 1915 una novela titulada Plutonia, en la cual la tierra hueca poseía un sol interno y estaba habitado por especies prehistóricas y humanos primitivos. El interior estaba conectada a la superficie por una abertura en el Ártico. Esta novela tuvo gran impacto especialmente en la Unión Soviética.
Etidorhpa, or, the end of the earth: the strange history of a mysterious being and the account of a remarkable journey (‘Etidorhpa,[2] o el final de la Tierra: la extraña historia de un ser misterioso y el relato de un extraordinario viaje’, 1895) ―de John Uri Lloyd (1849-1936)― relata un viaje al interior de la Tierra, mostrando varias especulaciones metafísicas. Trata sobre una visita casi fantasmal a un estudioso de lo oculto que viene a relatar su pasado como miembro de una logia a la que traicionó revelando sus secretos, teniendo como castigo un viaje al interior de la Tierra, abandonando su humanidad paulatinamente para ser depositario de conocimientos.[3][4]
Estos dos escritores ingleses escribieron en 2000 una saga de libros juveniles de ciencia ficción (Tunnels). En esa saga se hace referencia a un mundo interior en el centro de la tierra, y a partir del tercer libro (free fall) tiene gran importancia en la historia.
La escritora ocultista rusa Helena Blavatsky creó el mito de Agharta, un país subterráneo ―en cavernas y túneles en una Tierra hueca con un sol interno― con capital en Shambhala,[5] bajo el desierto de Gobi, donde vive el Rey del Mundo que controla el planeta entero desde hace siglos.
El escritor Hwee-Yong Jang, en El Proyecto Gaia afirma que en el interior de la Tierra se encuentran los supervivientes de los continentes desaparecidos del océano Atlántico y del Pacífico ―como la Atlántida, Lemuria, Hiperbórea, etc.―, y que han formado una civilización mucho más desarrollada que la nuestra. También afirma que estos seres humanos se comunican con la superficie e incluso con seres de otros mundos mediante supuestas «puertas oceánicas» (como el Triángulo de las Bermudas) u otros lugares, como cimas de montañas o «lugares de poder» (Stonehenge o el Cabo de Finisterre).[cita requerida]
Existen asimismo varias creencias que ponen a estos seres intraterrestres como seres originalmente venidos de otros mundos (extraterrestres) mucho antes de la aparición del ser humano, y que habrían escogido estos túneles subterráneos como lugares para vivir. Es por ello que hay quienes indican que también deberían ser estudiados por la ufología.
La creencia en la Tierra hueca fue creada posiblemente por Athanasius Kircher en 1665,[6] con su obra Mundus subterraneus, quo universae denique naturae divitiae, si bien se considera a uno de sus primeros promotores modernos al escritor italiano F. Amadeo Giannini, quien en 1958 publicó Physical Continuity of the Universe and Worlds Beyond the Poles: a Condensation[7] (‘La continuidad física del universo y los mundos más allá de los polos: un resumen’), en que afirmaba que en febrero de 1947, el aviador estadounidense Richard E. Byrd (1888-1957) había intentado ser el primer humano en llegar al polo norte. Según Giannini, Byrd primero vio un mamut lanudo vivo cerca del polo norte, a plena luz del sol. Después ingresó con su avión unas 2300 millas a través de una entrada hacia el centro de la Tierra. Allí tuvo un encuentro con un humanoide de otro mundo, que advirtió a la humanidad que buscaran la paz y no la guerra. Según Giannini, Richard E. Byrd había escrito todo esto en un diario secreto.
Estas afirmaciones de Giannini contienen varias contradicciones:
Los creyentes en la Tierra hueca afirman que The Worlds Beyond the Poles (‘los mundos más allá de los polos’) fue escrito por un grupo secreto llamado The Controllers (‘los controladores’) para desacreditar las creencias en la Tierra hueca.[8]
Las creencias sobre la Tierra hueca están basadas en afirmaciones contrarias al conocimiento científico sobre la Tierra. Los estudios geológicos han podido determinar, gracias a los análisis de ondas sísmicas, que la Tierra está estructurada en capas formadas por roca fundida y otros elementos.[9]
Una de las grandes evidencias contraria a la creencia en la Tierra hueca es la existencia del campo magnético terrestre, ya que este solo puede ser producido si existe una masa formada por material que sea conductor eléctrico girando a gran velocidad en el interior de la Tierra.
Además de los estudios geológicos, también la teoría de la gravedad contradice dichas afirmaciones. Un objeto masivo, como cualquier planeta o estrella, tiende a agruparse gravitacionalmente, conformando cuerpos esféricos y compactos, hasta lograr el equilibrio hidrostático, pues una esfera sólida reduce al mínimo la energía potencial gravitatoria.[10] Una corteza en forma de cáscara no podría mantener dicho equilibrio hidrostático. En todo caso, la materia no sería capaz de mantenerse estructurada venciendo a la gravedad, sin colapsarse antes. En el espacio interno de una esfera hueca el campo gravitatorio es nulo y ningún cuerpo en su interior podría mantener una posición central, como un pequeño sol.[11]
Finalmente, no hay ninguna imagen o fotografía que indique que existan agujeros en alguno de los polos de la Tierra. Diversos satélites de órbita polar, como el climático MetOp-A, no han mostrado tal abertura.[12]