Francisco Antonio Zea

Francisco Antonio Zea

Retrato de Francisco Antonio Zea, de 1864.


Presidente del Congreso de Angostura
15 de febrero de 1819-7 de septiembre de 1819


Embajador de la Gran Colombia en Reino Unido
16 de junio de 1820-28 de noviembre de 1820


Vicepresidente de la Gran Colombia
17 de diciembre de 1819-19 de marzo de 1820
Sucesor Francisco de Paula Santander

Información personal
Nacimiento 21 de octubre de 1766
Bandera de España Medellín, Virreinato de Nueva Granada
Fallecimiento 28 de noviembre de 1822 (56 años) 
Bath, Reino Unido
Sepultura Museo Cementerio San Pedro Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Colombiana
Familia
Cónyuge Felipa Meilhon Montemayor
Hijos Felipa Zea Meilhon, vizcondesa de Rigny
Educación
Educado en Colegio Mayor de San Bartolomé Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Político, botánico, periodista, diplomático y prócer de la independencia colombiana
Abreviatura en botánica Zea Ver y modificar los datos en Wikidata

Juan Francisco Antonio Hilarión Zea Díaz (Medellín, 21 de octubre de 1766-Bath, 28 de noviembre de 1822) fue un científico, político, periodista y diplomático colombiano.

Formación

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Hizo sus primeros estudios en su ciudad natal. Para su educación secundaria viajó a la ciudad de Popayán, al Real Colegio y Seminario de Popayán, que culminó en 1785. Al año siguiente fue a la capital del Virreinato, Santafé, para estudiar Jurisprudencia en el Colegio Mayor de San Bartolomé. No culminó sus estudios, pues por recomendación de José Celestino Mutis, Director de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, fue nombrado en 1791 como agregado de la misma.

Actividad científica

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En 1805 como director del Real Jardín Botánico de Madrid publica en el Semanario de agricultura y artes la noticia de la plantación de árboles con carácter festivo en Villanueva de la Sierra dando pública fe de la celebración del primer Día del Árbol en el mundo.[1]​ La publicación de este semanario, de la que él era el director, representó uno de los máximos exponentes de la ilustración española. Escribieron en el Semanario los más relevantes científicos e ingenieros españoles y extranjeros que difundieron las últimas teorías sobre agricultura, artesanía y usos domésticos cotidianos, con análisis y teorías de corte preindustrial. Junto a ellos los párrocos e intelectuales locales, a través de la correspondencia, contribuían a completar los contenidos. A él se debe la ubicación taxonómica científica del maíz, uno de los cultivos más importantes en América Latina y en muchas partes del mundo. En 1801, Zea identificó esta planta como especie de un nuevo género, que desde entonces lleva su nombre (Zea mays).

Patriota

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En 1815 salió hacia Jamaica donde se une a la causa republicana, entrevistándose con Simón Bolívar en Kingston. Luego se dirigen a Haití donde con el apoyo del presidente Petion se organiza la expedición de Los Cayos para invadir Venezuela. El 12 de febrero de 1816 Bolívar lo nombró intendente de Hacienda de los Estados de la Confederación de la Nueva Granada y Venezuela. El 3 de mayo de 1816 las fuerzas expedicionarias al mando de Bolívar desembarcan en la isla de Margarita, en la que el 7 del mismo mes una asamblea encabezada por el general Juan Bautista Arismendi, ratifica los poderes especiales conferidos a Bolívar en Los Cayos. Luego de esta ratificación, las fuerzas expedicionarias de Bolívar pasan a Carúpano, donde finalmente desembarcan y proclaman la abolición de la esclavitud, a pesar de que no existió esclavitud en la América Hispana. La flotilla navega hasta Ocumare de la Costa donde los patriotas son derrotados por los realistas. Bolívar huye a Haití. En el mes de octubre de 1816 los jefes patriotas tras la victoria en la batalla de El Juncal acordaron pedirle a Bolívar que regresara nuevamente y designaron a Zea para que se trasladara a Haití y le diera al Libertador las buenas nuevas. Es así como el 21 de diciembre de 1816 salió de Haití, con un rumbo fijo, regresar a Venezuela y liberarla del yugo del Imperio español. En el segundo intento de invasión el 8 de mayo de 1817 lo nombraron en el Congreso de Cariaco suplente de Bolívar. Tras la batalla de San Félix el 19 de julio de 1817, juntos conquistaron Angostura y la provincia de Guayana. Zea participó activamente en la instalación del Congreso de Angostura en 1819. Siendo nombrado presidente del congreso fue testigo de la creación de la Republics de Colombia. Durante su mandato actuó en favor de la administración del ejército libertador. El 22 de noviembre, cuando Bolívar y Santander se fueron a combatir al pacificador Pablo Morillo en la Nueva Granada, Zea fue nombrado vicepresidente encargado como ejecutor de proyectos civiles. El general Santiago Mariño, para entonces diputado del Congreso de Angostura, presionó a los parlamentarios, con apoyo del pueblo que en tumulto agitado había invadido las afueras y espacios adyacentes al salón de sesiones, para que nombraran al general Juan Bautista Arismendi, Vicepresidente en sustitución del doctor Zea y a él, a Mariño, Jefe del Ejército en sustitución de Bermúdez y Urdaneta. El Congreso de Angostura cedió a la presión tumultuosa y a las maniobras de Mariño por lo que el Vicepresidente Zea no le quedó más alternativa que renunciar en aras de la paz pública y aguardar el regreso del Libertador que se hallaba en campaña por la Nueva Granada.

Después de las batallas del Pantano de Vargas y de Boyacá, el 17 de diciembre de 1819, el Congreso de Angostura declaró formalmente creada la República de Colombia. La iniciativa de Simón Bolívar fue aprobada, aunque esta liberación no alcanzó a Pasto, Santa Marta ni a Panamá. Zea era presidente del congreso y luego es nombrado vicepresidente de Colombia.

Ese día Zea exclamó: La República de Colombia queda constituída. ¡Viva la República de Colombia!.[2]

Proyecto de un Imperio Democrático Español

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Durante el lapso del Trienio Liberal, Francisco Antonio Zea llegó a Londres el 16 de junio de 1820. Cuatro días después, ante una filtración del plan que Bolívar le había encomendado en secreto, se vio obligado a desmentir públicamente «los rumores de reconciliación con la España». Sin embargo, el 7 de octubre de 1820 desveló al Bernardino Fernández de Velasco, Duque de Frías y embajador plenipotenciario del rey Fernando VII ante la Gran Bretaña, el «Plan de reconciliación y proyecto de Confederación Hispánica», afirmando que consistía en «la reconciliación y reunión de nuestra gran familia (hispánica) discorde y dispersa, la regeneración completa de la monarquía y creación de un nuevo imperio».[3]

Zea, consciente de la importancia histórica de la misión que le había encomendado el Libertador, enfatizó que la motivación última de la propuesta era la de construir un imperio democrático con capital en Madrid que salvara la unidad de España y el Nuevo Mundo. En este sentido, Zea le dijo a Frías: «Se trata nada menos que de sustituir el espíritu de repulsión y de divergencia que va separando de la monarquía a tantos pueblos y que acabará por separarlos a todos, por otro espíritu de atracción y de convergencia que, concentrándolos en la metrópolis, constituya un fuerte y poderoso Imperio federal sobre un principio idéntico al que fue constituido el universo para conservarse inalterable». El embajador, que portaba «poderes en blanco» firmados por Bolívar, manifestó también al embajador que el plan que le proponía debía ser realizado con «infinita urgencia», porque era la única forma de «terminar con las disensiones de la familia en el seno de la familia misma, antes que otros acabasen de decidirse a intervenir en ellas».[3]

Zea contó al duque de Frías que el objetivo de su vida era «ver abrazarse los pueblos de América y de España para que volviesen a llamarse hermanos» y, como prueba de su seriedad, se ofreció él mismo como garantía: «Ofrezco desde ahora, bajo el más solemne juramento, constituirme no digo prisionero, pero sí presidiario en Ceuta o en el Peñón hasta que la experiencia haya acreditado el acierto de esta operación vital».[3]​ La base de la Confederación Hispánica era el reconocimiento explícito, por parte de la monarquía, de las regiones que ya habían declarado su independencia. Se constituiría entonces un imperio compuesto de repúblicas reunidas bajo la presidencia de una monarquía constitucional. Más allá de la retórica, lo que nos interesa destacar es que Zea, de forma absolutamente pragmática, proponía reconstruir la unidad del Imperio a través del mismo camino exitoso que años más tarde recorrieron los desunidos Estados germanos para realizar la unificación alemana: la constitución de un Zollverein, es decir, una unión aduanera con tarifa externa común entre todos los miembros de la Confederación. Existiría libertad de comercio dentro de los marcos del Imperio y proteccionismo económico contra terceros Estados —es decir, Gran Bretaña— para construir un mercado nacional único que permitiera el desarrollo de la industria. Todo español que se radicase en América adquiriría automáticamente los derechos de ciudadano americano, y viceversa. En caso de guerra, se prestarían auxilio recíproco todas las partes de la Confederación. Una Dieta confederal sería el supremo Parlamento del Imperio hispanocriollo.[3]

El 9 de octubre, el embajador español envió el proyecto de Zea al primer secretario del despacho, don Evaristo Pérez Castro. «El 9 de noviembre, por correo extraordinario, Pérez Castro contestó a Frías. Luego de informado Fernando VII al respecto y haberse debatido por el Gobierno las proposiciones del señor Zea, las mismas se han hallado inadmisibles». El rey no aceptaba el proyecto porque no satisfacía sus ideas de autoridad monárquica, mientras que las Cortes Generales declinaron igualmente en la creencia de que el futuro del período liberal terminaría por reconciliar a las naciones hispánicas de vuelta al imperio español una vez no hubiera motivos de insatisfacción.[3]​ Debido al posterior derrocamiento del gobierno liberal por parte de Fernando VII y los Cien Mil Hijos de San Luis, esta resolución jamás sucedió, y de esta forma se perdió una nueva oportunidad de salvar la unidad del mundo hispánico.

Vida posterior y muerte

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Zea regresó a Inglaterra en junio de 1822 con el objetivo de adquirir un préstamo de cinco millones de libras esterlinas. Zea pudo obtener apoyo para la causa independiente de muchos británicos simpatizantes que se autodenominaban Amigos de la Independencia Sudamericana, entre ellos algunas figuras notables como el general Gregor MacGregor; Edward Adolphus St Maur, 11.º duque de Somerset; Sir James Mackintosh; Henry Petty-Fitzmaurice, 3. marqués de Lansdowne; William Wilberforce; Sir Benjamin Hobhouse; John Diston Powles y varios otros miembros del Parlamento británico dispuestos a financiar el socavamiento del Imperio Español, que el 10 de julio de 1822 en la Taberna de la Ciudad de Londres le habían ofrecido una cena en su honor y la de Colombia como una forma de mostrar apoyo y obtener el crédito que tanto necesitaban. Sin embargo, Zea nunca vio la conclusión de su misión porque murió poco después.

Zea murió en Bath, Reino Unido, el 28 de noviembre de 1822 a los 56 años. El 4 de diciembre fue enterrado en la abadía de San Pedro y San Pablo en Bath.[4]

Fuentes

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  • robert Zander, fritz Encke, günther Buchheim, siegmund Seybold (eds.) Handwörterbuch der Pflanzennamen. 13.ª ed. Ulmer Verlag, Stuttgart 1984, ISBN 3-8001-5042-5
  • Sergio Elías Ortiz, «Francisco Antonio Zea y sus actividades científicas», Boletín Cultural y Bibliográfico; Vol. 9, Núm. 05 (1966): Boletín Cultural y Bibliográfico; 839-848 http://www.cervantesvirtual.com/obra/francisco-antonio-zea-y-sus-actividades-cientificas-904399/.
  • Marcelo Gullo «Madre Patria»

Referencias

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  1. Zea, Francisco Antonio. Noticia de un plantío de árboles en Villanueva de la Sierra. Semanario de Agricultura y Artes. 24 octubre 1805
  2. Vergara, Julio C. Vergara y (1951). Vida de Estanislao Vergara. Iqueima. Consultado el 18 de enero de 2024. 
  3. a b c d e Navas Sierra, J. Alberto (2000). Utopía y atopía de la Hispanidad. El proyecto de Confederación Hispánica de Francisco Antonio Zea. Ediciones Encuentro. ISBN 9788474905946. 
  4. Britton, John (1825). «Chapter VI». The history and antiquities of Bath Abbey Church. Londres: Longman. pp. 192-193. OCLC 166065942. Consultado el 6 de junio de 2009. 

Enlaces externos

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