El gótico flamígero fue la última etapa del arte gótico (gótico final o tardío), que se desarrolló en Europa desde finales del siglo XIV y principios del XV hasta mediados del siglo XVI. Se caracteriza por no contar con un centro difusor, por lo que impera la diversidad. Coincide con el desarrollo de la escuela flamenca.
Es una época de relativa crisis, por lo que desaparecen las grandes empresas constructivas del periodo anterior. En la península ibérica, por el contrario, se vivirá un momento de reconstrucción. Por otra parte, la arquitectura religiosa cede terreno ante la civil y militar. Lonjas, ayuntamientos, castillos y palacios serán los protagonistas.
El estilo aparece fundamentalmente en detalles arquitectónicos, como los rosetones de las fachadas, más que en la estructura de los edificios. Se caracteriza por:
profusión de lo decorativo sobre lo estructural, como los arcos decorados con motivos vegetales.
El obispo Alonso Alfonso de Cartagena contrató al alemán Juan de Colonia para la construcción de la catedral de Burgos (siglo XV), introduciendo el arte gótico flamígero en Castilla, que continuará su hijo Simón. Las imponentes agujas de esta fachada son su mejor exponente