Paco Yunque | ||
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de César Vallejo | ||
Género | cuento o relato corto | |
Subgénero | drama infantil | |
Idioma | Español | |
Editorial | Apuntes del Hombre (revista) | |
País | Perú | |
Fecha de publicación | 1951 | |
Formato |
Revista (y reimpreso en colecciones) | |
Texto en español | Paco Yunque en Wikisource | |
Paco Yunque es el título de un cuento o relato corto de tipo infantil, del escritor peruano César Vallejo. Es el más conocido y antologado cuento de dicho autor. Es también el nombre del protagonista infantil del relato, convertido en una de las figuras emblemáticas de la literatura peruana. El propósito del autor al escribirlo fue hacer una denuncia social (el abuso de los ricos sobre los pobres), siguiendo las pautas del llamado realismo socialista.
Según Georgette Vallejo el cuento fue escrito en Madrid, en 1931, poco después de la publicación de la novela El tungsteno y a pedido de un editor quien había solicitado a Vallejo «un cuento para niños». Dicho editor rechazó el relato por considerarlo «demasiado triste».[1] Su publicación sería póstuma, trece años después del fallecimiento del autor, en la revista Apuntes del Hombre (Lima, julio de 1951, año I, número 1). Fue después incluida en el libro recopilatorio: César Vallejo. Novelas y cuentos completos (Lima, Francisco Moncloa Editores, 1967, edición supervisada por Georgette Vallejo). Ha tenido desde entonces una amplia difusión en una serie de recopilaciones, antologías y textos escolares, convirtiéndose en uno de los más conocidos cuentos en Perú; no existe peruano que no lo haya leído alguna vez en su etapa escolar.[2]
Este cuento, al igual que la novela El tungsteno corresponde a la etapa en que el autor había asumido una definida militancia marxista (fines de la década de 1920 y comienzos de los 30) y roza en el tiempo con otros dos textos suyos, titulados Rusia en 1931 y Rusia ante el segundo plan quinquenal. Es por ello que su obra narrativa de este período se circunscribe al llamado Realismo socialista, corriente literaria propugnada desde la Unión Soviética y caracterizada por su carácter proselitista (al servicio de la causa del proletariado) y sin experimentos técnicos en cuanto al lenguaje. Su intención fundamental es de denuncia social.[2][3]
El cuento es el relato de las vicisitudes de un niño tímido y de origen humilde, Paco Yunque, durante su primer día de clases, en el cual debe soportar los maltratos y humillaciones de otro niño, Humberto Grieve, hijo de los patrones de su mamá.
Esta historia transcurre en una escuela de un pueblo innominado; si bien sabemos que el personaje principal, Paco Yunque, procede del campo, no podríamos precisar si la escuela se sitúa en la costa o la región andina peruana. Tampoco podemos precisar la época en que se desenvuelven los hechos, aunque lo obvio sería situarlo en las primeras décadas del siglo XX.
El relato empieza con el primer día de clases de Paco Yunque, hijo de una empleada doméstica que labora en la casa de Dorian Grieve, el gerente inglés de los ferrocarriles de la Peruvian Corporation y alcalde del pueblo. Precisamente, la razón por la que Paco iba a la escuela, era para que acompañara en sus juegos y estudios a Humberto Grieve, el hijo del patrón, de la misma edad de Paco.
Desde su llegada, Paco Yunque se enfrenta a la hostilidad de un lugar ajeno al campo donde siempre había vivido. Sencillamente queda aturdido al ver a tantos niños juntos y escuchar tanto bullicio. Cuando ingresa al salón, el profesor lo sienta adelante, al lado de otro niño llamado Paco Fariña, quien desde un primer momento se propone ser su protector, frente a los abusos y maltratos de Humberto Grieve, quien se justifica aduciendo que Yunque es «su muchacho». El profesor tolera o minimiza el comportamiento de Grieve, incluso su pereza y sus despropósitos, solo por ser el hijo del hombre más poderoso del pueblo. Mientras que con el resto de alumnos se muestra muy inflexible y severo.
Este abuso e impunidad se ve reflejada aún más durante el examen. El profesor les dicta un cuestionario sobre el tema de los peces. Mientras todos se dedican a responder las preguntas, Humberto se pasa el tiempo garabateando y haciendo dibujos en su cuaderno. Ya en el recreo, se pone a jugar brutalmente con Paco Yunque, hasta hacerlo llorar; luego, de vuelta al salón, sustrae el examen de Yunque, borra su nombre y pone el suyo. Al momento de la entrega de los exámenes, Paco Yunque no sabe explicar la desaparición de su prueba y por lo tanto, es descalificado y amonestado con reclusión. Grieve, quien entrega el examen de Yunque como el suyo, obtiene la más alta nota y su nombre queda registrado en el cuadro de honor del colegio. Lleno de impotencia por la injusticia, Paco Yunque se limita a llorar, mientras que su amigo Paco Fariña lo trata de consolar.
Y otros compañeros de Paco Yunque, cuyos nombres no son mencionados y solo son descrito.
Son los que aparecen en el cuento en una sola ocasión, o son mencionados en los recuerdos del protagonista:
El cuento está narrado en tercera persona; el narrador es omnisciente, es decir, que sabe todo lo que hacen, piensan y dicen los personajes.
El estilo es sencillo y directo, sin complicados recursos literarios; pero no por ello deja de ser una narración ágil y animada. Sin duda, a Vallejo le sirvió de mucho su experiencia como profesor de primaria para hacer su relato muy vivencial.
Algunos recursos literarios que usa el autor son: la reduplicación (-¡Sí, señor¡ ¡Sí señor! ¡Grieve ha llegado tarde!); la epanadiplosis (-¡Déjalo! ¡No llores! ¡Déjalo!); la enumeración (La cabeza se le hacía un remolino: niños, paredes amarillas, carpetas, silencio, sillas, el profesor.); el epíteto (El chico rubio y gordo, de chaqueta blanca, y el otro de cara redonda y chaqueta verde, se reían ruidosamente); la onomatopeya (Sus zapatos hacían risss-risss-risss-risss, cuando caminaba mucho); la caricaturización (tenía un pescuezo colorado y su nariz parecía moco de pavo).
El mensaje del cuento es de denuncia social. El autor ha escogido deliberadamente una escena que ocurre en una escuela, el acoso de un alumno hacia otro, a lo que hoy llamaríamos bullying, pero que por entonces se consideraba como algo inherente a la formación del alumno, algo así como una experiencia necesaria para que se acostumbrara a lo dura que era la vida. Pero el autor deja en claro que no se trata de un acoso común y corriente, sino que se origina de las diferencias socioeconómicas de los actores: el acosador es hijo de los patrones y el acosado es hijo de los empleados de esos mismos patrones. En otras palabras, la víctima es el «muchacho» (sirviente) del agresor. Y allí entra a tallar la denuncia social que hace el autor.
El relato resulta ser así una denuncia enérgica contra aquellas personas que siendo de una jerarquía superior y con un nivel socioeconómico más elevado, abusan de los demás que están en nivel de subordinación o inferioridad material, maltratándolas psicológica y físicamente, sin interesarles en absoluto el tremendo daño que les ocasionan.
Vallejo recrea en un ambiente infantil, colegial y aldeano lo que según él ocurre a mayor escala en el mundo en general. Se sobrentiende que su intención es que el lector vislumbre el carácter social e histórico de la desigualdad y la injusticia del sistema social reinante y la manera en que, según su óptica, tal alienación se alimenta desde la niñez.
Ricardo Silva-Santisteban considera que el escritor no intenta contarnos una historia, sino probar una idea (los ricos son abusivos explotadores y los pobres sus víctimas indefensas), de ahí que los personajes del cuento, a excepción de Paco Fariña, sean tan esquemáticos y acartonados. Reprocha también el evidente maniqueísmo[4] del relato: los ricos son malos, abusivos y holgazanes, aun desde niños, y los pobres, en cambio, son siempre buenos, humildes y laboriosos. Ello, como es obvio, sería una interpretación tendenciosa, ya que en la vida real no siempre se dan así las cosas. Por todo ello Silva-Santisteban, aunque reconoce que el cuento está bien narrado, lo considera como una narración fallida, al igual que El Tungsteno.[5] No obstante, para otros autores, como Ricardo González Vigil, pese a su sencillez estilística y al esquematismo de su trama, el cuento nos deja un mensaje rico en lo concerniente a la problemática social.[2]